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Guardián de la biosfera

El debate sobre el medio ambiente está en la agenda de los poderes políticos y económicos, y a él se ha referido también el Papa Francisco en su reciente encíclica

joan carles valero

Ni la academia ni la iglesia tocan el violín mientras se quema el bosque. El debate sobre el medio ambiente está en la agenda de los poderes políticos y económicos, y a él se ha referido también el Papa Francisco en su reciente encíclica sobre el cambio climático. Los católicos de todo el mundo tocamos ya firmemente con los pies en la Tierra, al tiempo que la academia sale de su torre de marfil gracias a Martí Boada, geógrafo, naturalista y doctor en Ciencias Ambientales, coordinador del equipo científico del Centro Internacional Unesco de Reservas de la Biosferas Mediterráneas desde su sede en la Fundación Abertis del castillo de Castellet.

La relación de la academia, las instituciones y la iniciativa privada abandona en el caso de Castellet la aureola pecaminosa de las acciones de responsabilidad corporativa de mero escaparate para convertirse en un modelo de colaboración público-privada que la Unesco va a exportar al resto del mundo como paradigma del camino a seguir. Los seres humanos tenemos el reto de conciliar el respeto a la naturaleza con el mantenimiento de los valores culturales y el progreso. Cómo hacerlo bien y de forma permanente, creíble, es una de las garantías que ofrece la Unesco desde que en 1971 creara su programa Hombre y Biosfera (MaB, por las siglas en inglés de Man and Biosphere) con el que impulsó la creación de una red de 650 reservas.

Para el científico Boada, en el siglo XXI el paisaje ya no es separatista porque ni naturaleza ni cultura separan. Nelson Mandela dejó dicho que la gran lucha de la humanidad ya no es de clases ni es ideológica, sino por el medio ambiente, lo que tiene una connotación inequívocamente social. Los paisajes son híbridos que hablan de nuestra historia con el mismo rigor y precisión que los escritos. Y el Centro Internacional Unesco de Reservas de la Biosferas Mediterráneas se ha propuesto ser puente entre ambas orillas, el este y el oeste de nuestro mar, con el fin de que sus habitantes nos conozcamos mejor a través del regalo de la naturaleza que suponen 61 reservas distribuidas en catorce países.

Desgraciadamente, nuestros jóvenes conocen mejor las alineaciones de los equipos de fútbol que los científicos. De ahí la importancia divulgadora de Castellet, un lugar históricamente vinculado a la vigilancia de las vías de comunicación: el río Foix y la Vía Hercúlea, después llamada Vía Augusta, actual autopista AP-7. El guardián de los caminos convertido en atalaya del conocimiento de las reservas de la biosfera mediterráneas.

Guardián de la biosfera

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