el mentidero

Artur Mas prefirió Audi a Seat

Ciertamente, el riesgo de que un voz en castellano saliera del GPS diciendo «sí se puede» (torcer a la izquierda, por ejemplo) era muy alto

maría jesús cañizares

Ni idea de mecánica, pero ahora que Artur Mas habla de poner el turbo para lograr la independencia, recuerdo un chisme que corre, nunca mejor dicho, en el sector del automóvil, según el cual, el líder convergente rechazó que los coches oficiales de la Generalitat fueran de la marca Seat cuando fue investido presidente por primera vez en 2010. Un gesto demasiado español, pensarían sus colaboradores. Porque el propio Mas estuvo a punto de cerrar el trato, pero finalmente sucumbió al desmarque hispánico y optó por los Audi. Ciertamente, el riesgo de que un voz en castellano saliera del GPS diciendo «sí se puede» (torcer a la izquierda, por ejemplo) era muy alto. Y es que, a juzgar por el discurso que pronunció el sábado en Molins de Rei (Barcelona), la última obsesión conocida del mandatario catalán es Podemos, la formación con la que Ada Colau ha desplazado a CiU del Ayuntamiento de Barcelona.

De ahí que el convergente, abandonado por Unió y por ERC -que ya vuela sola con su lista de izquierdas-, haya hecho un llamamiento a su propio movimiento 15-M. Es decir, a las plataformas creadas y subvencionadas a imagen y semejanza del independentismo que ahora defiende Mas, para frenar la previsible caída en las urnas: la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural. Como si en estas entidades solo militaran simpatizantes convergentes. ¿No habíamos quedado que las movilizaciones de la Diada eran espontáneas, transversales y apolíticas? Eso es lo que sus organizadores, precisamente la ANC y Ômnium han intentado vender durante tres años consecutivos. ¿Qué dirán el próximo 11 de septiembre, donde coinciden arranque de campaña de las autonómicas y concentración en la avenida Meridiana?

Lo dicho, obsesión con Podemos.¡ A ver ahora desaparecen los Audi de la plaza Sant Jaume!, ese «símbolo de poder», como dijo un dirigente convergente, hoy consejero, que la ciudadanía debía visualizar a pesar de la crisis y la austeridad. Hoy se conocerá la composición del nuevo Gobierno catalán, tras la espantada de los tres consejero de UDC, pero durante estos días ha sonado Albert Batlle, director general de los Mossos, como posible titular de Interior. Y cabe recordar que, al igual que Ada Colau, Batlle es usuario del Metro. Un medio de transporte tan desconocido para algunos altos cargos de Mas como la citada Meridiana, que queda muy lejos de la «upper Diagonal».

Y mientras Convergència intenta reactivar su turbo, el de Albert Rivera casi se pasa de revoluciones. Es, junto a ERC, el ganador de la ruptura de CiU, como bien dijo Josep Duran Lleida. Pero me cuentan que el líder de Ciudadanos alardea de haber convertido en presidentas autonómicas a dos políticas que, augura, podrían convertirse en las futuras lideresas de sus respectivos partidos: Cristina Cifuentes (PP) y Susana Díaz (PSOE).

La idea no es descabellada. Como tampoco que, en un futuro, Rivera mida sus fuerzas con ambas. Hoy anunciará su candidatura a la presidencia del Gobierno español. A tope.

Artur Mas prefirió Audi a Seat

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