tribuna abierta
«Reset»
Ahora, parece llegado el momento de valorar, no ya nosotros, sino el propio votante regeneracionista, lo acertado o no del desplazamiento de sus afectos
Los resultados de las elecciones municipales y autonómicas han sido un desastre para UPyD. No pienso matizar, adornar, ni disfrazar esta afirmación. También han sido cruelmente injustos. Injustos para todos los que han volcado sus vidas durante los últimos siete años en levantar un proyecto honesto y serio de regeneración democrática. Injustos para todos los que han puesto su ilusión y su trabajo en una campaña electoral a la contra, desigual, mediatizada y teledirigida. Pero el veredicto del pueblo ha sido inapelable, y la ciudadanía, cuando opina, siempre tiene razón, incluso en sus equivocaciones.
UPyD ha cometido claros errores durante su corta existencia. Ha puesto todos los huevos de su acción política en el cesto de la seriedad, la auto exigencia, el trabajo consistente, las iniciativas parlamentarias y judiciales. Instalado en su batalla, ha incomodado a los poderosos, al tiempo que ha despreciado la comunicación, el marketing político, la presencia en los medios de comunicación y, cuando ha querido rectificar, se había instalado ya en la opinión pública la imagen de una cierta soberbia y distanciamiento; los intocables de Eliot Ness de la política española: todos nos quieren para que los protejamos de Al Capone, pero nadie quiere venir a tomar unas copas con nosotros.
Reconozcamos que, en ese sentido, se lo hemos puesto fácil a los mismos poderes fácticos, económicos y mediáticos, a esas cajas arruinadas por la carcoma política a las que hemos llevado a los tribunales, a esos a los que amenazábamos. Ha bastado una campaña sistemática de descrédito, primero, y de silencio, después, para determinar y dar la vuelta a la percepción del votante y para que, a nivel interno, aquellos de convicciones más espurias hayan tocado a rebato y no hayan dudado en traicionar, en sentido literal y figurado, al propio partido.
Ahora, parece llegado el momento de valorar, no ya nosotros, sino el propio votante regeneracionista, lo acertado o no del desplazamiento de sus afectos. Los movimientos durante las últimas semanas, los dimes y diretes, los si pero nos de C’s, el partido que, según todos los analistas, ha recibido la confianza de nuestros votantes potenciales, deberían poner su decisión en cuarentena. C’s nos está ofreciendo un espectáculo de trile político, de nadar y guardar la ropa, en la más rancia tradición de la vieja escuela. Blandiendo sus principios de cartón piedra, hacen afirmaciones asombrosas y ponen exigencias que ellos mismos desmienten reiteradamente con sus actos. Piden primarias obligatorias y ellos las hacen o no, según convenga. Piden transparencia y, en su corta vida, han recibido ya dos tirones de orejas de distintos tribunales de cuentas por su opacidad. Piden exclusión de imputados y ellos los han admitido en su lista europea y, en el caso más notorio, recolocado como asesor en Bruselas. Exigen incompatibilidad y dedicación exclusiva de cargos en Madrid, mientras en Barcelona su candidata a la alcaldía, que se sepa, seguirá de diputada y otros cargos electos compaginan la política con la actividad de sus correspondientes despachos de abogados.
Suma y sigue. Tiempo para recapacitar, tiempo para tomar nota, tiempo para rectificar. UPyD lo está haciendo, y lo hará a partir del próximo 11 de julio con una nueva dirección volcada en ofrecer a la ciudadanía la verdad contrastada por las obras de su compromiso por la regeneración de nuestra democracia.
Carlos Silva es responsable de organización de UPyD en Cataluña.