el mentidero

Moncloa veta a Duran

A Duran, como se sabe, siempre le ha tirado más la sociovergencia, pero asistimos estos días a un PSC entregado a Ada Colau, para quien Duran no es casta, sino lo siguiente

maría jesús cañizares

En Convergència comienza a circular la frase «nadie se acordará de nosotros cuando estemos muertos». Políticamente hablando. Se ve venir el batacazo electoral de CDC si, finalmente, hay «plebiscitarias» el 27 de septiembre -siempre queda la posibilidad de echar la culpa a ERC de incumplimiento del pacto electoral para aplazar la cita-. Y por mucha regeneración, cambio de siglas o catarsis que se pretenda hacer en tres meses, verano mediante, los nacionalistas forman parte de una manera de hacer política que hoy crea desafección. También pertenece a esa vieja escuela Josep Duran Lleida, pero de él sí se acordarán muchos. Atención a las puertas giratorias que se le abrirán al dirigente socialcristiano cuando llegue su jubilación política. Curioso que, a diferencia de otros tiempos menos convulsos, CDC no haya logrado sacar trapos sucios del líder de Unió, pues nadie hasta ahora ha podido tirar de la manta patrimonial de este animal político. La versión más extravagante que he oído es que Duran ha colaborado con los espías del CNI y, por eso, dispone de información muy sensible que le blinda. ¡Ah, si fuera verdad que es un doble agente, una especie de Kim Philby a la española...!

Sin embargo, ni el Gobierno español ni el catalán confían ya en él. Me cuentan que en Moncloa están hartos del líder de Unió, pues tanta crítica y burla diferida -a través de su plataforma Construïm- hacia sus socios secesionistas no se traduce en hechos. Los populares le quisieron castigar recientemente, vetándole en el viaje que el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, hizo a Nueva York con motivo de su comparecencia ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Duran, como se sabe, es presidente de la Comisión de Exteriores del Congreso, lo que le da derecho a viajar, relacionarse y crear contactos en el extranjero a costa de un erario público que, según los nacionalistas, «asfixia a Cataluña».

Este triángulo formado por PP, CDC y UDC comienza a ser delirante. Durante años se especuló con la posibilidad de una UPN a la catalana, pero esa fórmula ya no entra dentro de la estrategia centrista catalana. Los populares catalanas, que tampoco pasan por su mejor momento, la descartan por completo si, finalmente, haya cisma en UDC tras la consulta del 14 de junio -la pregunta es compleja, sí, pero la del 9-N también era para iniciados- y los moderados que queden en esta formación quieran reciclarse.

A Duran, como se sabe, siempre le ha tirado más la sociovergencia, pero asistimos estos días a un PSC entregado a Ada Colau, para quien Duran no es casta, sino lo siguiente. Aunque, como digo, la empresa privada se rifará a este veterano dirigente cuando decida abandonar una política catalana que, según confesó él mismo hace tiempo, se le ha quedado pequeña.

Moncloa veta a Duran

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