tribuna abierta

De opiáceos, himnos y monarquías

Políticamente encuentro irrelevante, y un poco frívolo e irrespetuoso, que se silbe a un himno pero tendríamos que enmarcar el hecho, guste más o guste menos, en el ámbito de la libertad de expresión de una sociedad madura

jordi del río

De todos es conocido que cuando parecía que la situación de privilegio de la religión parecía incontestable en la categoria premium de opiáceo de masas llegó el fútbol, en el ámbito de la sociedad de los mass media, para desbancarla sin piedad cristiana. En dicho ranking, la parafernalia patriótica y de tenderete de Servicio Estación se ha mantenido siempre en un discreto segundo plano actuando como vasos comunicantes con la formación de la juventud de nuestras sociedades. Era cuestión de tiempo que el cóctel fútbol y patria emergiera en nuestras vidas. Por cierto, a pesar de los cebolletas alarmistas, casi siempre de manera incruenta. O no tanto, porque ver y oir silbar un himno nacional a hinchas ataviados con uniformes que lucen publicidad de paises tan ‘exquisitos’ democráticamente hablando como la monarquía absoluta de Qatar, resulta como mínimo, irónico. O que decir de publicitar a la empresa más contaminante de la cornisa cantábrica.

Todavía recuerdo al catedrático Pérez-Tornero dando sus magistrales lecciones en la Autónoma: un himno no es nada más que un símbolo, un imaginario colectivo, sin semejanza real con aquello que convencionalmente pretende representar. Porqué si asi no fuera, ¿dónde tendría que estar durmiendo Bárcenas, extesorero del PP después de dedicarnos una simbólica peineta?. ¿O Félix Millet despúes de sus simbólicas no explicaciones en sede parlamentaria?. ¿O no es un símbolo parapetarse detrás de una televisión de plasma?. ¿O no es un símbolo de decadencia política toda la trama corrupta de los ERE en Andalucía?.

Políticamente encuentro irrelevante, y un poco frívolo e irrespetuoso, que se silbe a un himno pero tendríamos que enmarcar el hecho, guste más o guste menos, en el ámbito de la libertad de expresión de una sociedad madura. Encuentro más relevantes y graves otros insultos que apelan a nuestra dignidad como pueblo: la corrupción política. Y contra esos insultos, en una determinada capa de nuestra sociedad, la más susceptible de sucumbir ante determinados opiáceos, no atisbo la misma intensidad sonora. En Cataluña podemos estar muy pronto ante la oportunidad de poder silbar democráticamente y en las urnas a la intolerancia y la corrupción. No la desaprovechemos.

Jordi del Río es periodista

De opiáceos, himnos y monarquías

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