La alcaldesa Sisí

Ya solo nos faltaba, pues, una primera autoridad municipal que se condujera a imagen y semejanza de cualquier “hooligan” tabernario

josé garcía domínguez

La alcaldesa Sisí, que nunca ha sido independentista y por eso vota lo que vota cuando el frente nacional llama a rebato a su grey, acaba de impartir una primera lección magistral de civismo y buenos modales a los barceloneses con ese indisimulado aplauso suyo a los gamberros que promovieron la pitada al himno. Abocada a tomar partido entre los animalitos de las gradas y los principios de la educación más elemental que le enseñaron en el colegio cuando era pequeña, la alcaldesa Sisí no tiene dudas: ella con los animalitos; siempre con los animalitos, faltaría más.

Teníamos cafres beodos instalados en esos pisos llamados turísticos de la Barceloneta que acudían en pelota picada a comprar más cerveza en el súper del barrio al vaciarse la caja. Teníamos una incontinente legión, milicia urbana formada en partes iguales por aborígenes y transeúntes, dada a orinar en calles y plazas con alegre y ecuménico desparpajo a cualquier hora del día o de la noche. Teníamos a los tertulianos de Catalunya Ràdio, siempre prestos a verter aguas mayores ante un micrófono sufragado por el contribuyente. Teníamos a Santiago Espot, ese discípulo aventajado de Hegel y Kant. Ya solo nos faltaba, pues, una primera autoridad municipal que se condujera a imagen y semejanza de cualquier “hooligan” tabernario. Y en esto llegó la alcaldesa Sisí. Vino perorando de muy nobles principios y elevados valores, loables ideales de justicia y equidad. Pero su primer acto como regidora “in pectore” ha sido avalar una vergonzosa cencerrada del bracete de un gañán tan impresentable como Espot. Nada extraño si bien se mira. Al cabo, si algo han tenido siempre en común las religiones políticas, y el nacionalismo no es otra cosa, ha sido la capacidad para atraer hacia sí a las heces de la sociedad. Acaso de ahí la nausea moral que en todo espíritu elevado suscitan sus lerdos credos gregarios. Y sus detritus, como el tal Espot, de profesión pitador. Empezamos bien, Ada.

La alcaldesa Sisí

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación