El medallero de la Humanidad
La Casa Masó de Girona reúne hasta el mes de septiembre trescientas ochenta retratos de medallas en bronce

Los iconos de masas tienen forma de medalla, un espectáculo de bronce. Así lo explica Rossend Casanova, comisario de la exposición «Retratos de medalla», que puede verse en la Casa Masó de Girona (Ballesteries, 29).
Concebido en el Medioevo, el retrato de medalla evolucionó de los reyes y príncipes a los personajes de la ciencia y la cultura; según Casanova, «un recuerdo táctil, una obra de arte portátil, agradable para regalar, valiosa por su carácter artístico y muy socializador, en el sentido de que un mismo modelo se puede reproducir infinidad de veces para llegar al gran público».
Las casi cuatrocientas medallas, que coleccionó entre 1880 y 1935 el mecenas Rafael Masó, reflejan el Star System de cada época. Como apunta Casanova, casi siempre los medallistas retrataban personas de su tiempo, con las que podían conversar y que conocían, aunque fuera superficialmente, para extraer los rasgos distintivos de su carácter. A falta de contacto humano, o en el caso de personajes del pasado histórico se recurría a grabados, pinturas, esculturas o fotografías.
Para aprehender a la persona y no quedarse en el personaje, añade Casanova, «los artistas solían consultar informaciones biográficas, escritas y otros materiales que ayudaran a componer la imagen del retratado». Un ejemplo de esto es la medalla de Miguel de Cervantes que acuñó Bartolomé Maura en 1905, Tercer Centenario del Quijote, o la Juana de Arco de 1925 de Édouard Blin.
Las medallas de coetáneos son menos hieráticas, con rasgos que informan de la personalidad inmortalizada: Víctor Hugo, los músicos Franz Liszt, Anton Bruckner y Héctor Berlioz, Alfonso XIII y Victoria Eugenia recién casados en 1906, la princesa Bibesco habitual de los ambientes de Proust, el escritor Frederic Mistral, el poeta Baudelaire o el científico Louis Pasteur.
La Gran Guerra inspira medallas en bronce plateado, como el prisionero que escribe una carta captado por Max Blondat en 1914 o el décimo aniversario del Lusitania, hundido por un U-boat en 1915: la medalla evoca el momento en que los pasajeros hacen cola para comprar sus pasajes. Así la tituló su autor, el expresionista Karl Goetz: «La muerte despacha tarjetas de embarque». Trágica y broncínea memoria europea.