barcelona al día

Sobre los amores cursis antes del partido

Yo, como sé menos que ustedes del qué ha pasado con este asunto, me niego a ese amor cursilón del prepartido

oti rodríguez marchante

Faltan aún cuatro horas para que el Camp Nou le descargue a Pep Guardiola uno de esos aplausos que vaciarán de palomas y loros la ciudad. Y faltan cinco horas y media para tener una ligera sospecha del color del traje que se pondrá el Barça para el partido de vuelta contra el Bayer (si no se queda crudo, o sea, vuelta y vuelta). Confieso, pues, la desconexión temporal y real entre el que esto escribe y el que lo lee, que ya sabe mucho más que yo del asunto. Y confieso también lo absurdo y contradictorio de mi postura, ya que se suele escribir de algo cuando se tiene el prurito (mejor, la certeza) de que se sabe de ese algo lo mismo, si no más, que el que lo lee.

Hasta que el árbitro pitó (debería usar el futuro) el comienzo del partido, el mundo culé, pongamos un políticamente correcto la mitad de Barcelona, mantenía vivo su amor eterno por ambos, por el Barça y por Pep Guardiola, pero tengo la sospecha de que esa adoración compartida ha de tener por fuerza un punto de quiebra que estará marcado por los acontecimientos. Si no fueran favorables para el Barça, nuestra condición humana nos impulsará a convertir en inquina ese amor eterno, al menos en inquina momentánea, bien hacia el propio equipo (¡con estos maulas!) o bien hacia el personaje estelar del equipo contrario, o sea, Pep, al que le empezaremos a notar (o a creer que le notamos) ese puntito de chulería incorrecta que no habíamos notado (casi) nunca antes.

Y así encontramos que dos de las palabras esenciales en el masticar expresivo de nuestro corazón y nuestra boca, amor y respeto, pasarán a depender de si el balón entra o no, de si era o no fuera de juego, o de si fulanito celebró el gol como un borracho en Fin de Año. No sé la cantidad de merluzadas que llevo leídas en estos días sobre el respeto, el amor, la profesionalidad y el agradecimiento, siendo el caso que todo eso vale lo que vale un poste, un gesto o una final. Yo, como sé menos que ustedes del qué ha pasado con este asunto, me niego a ese amor cursilón del prepartido… Ahora, siento todo lo contrario (lo contrario del amor no es el odio), y ojalá que ya hoy, o mejor, dentro de una semana, Pep vuelva a caerme bien.

Sobre los amores cursis antes del partido

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación