tribuna abierta

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La farsa y el gran guiñol, con la convocatoria «fake» a un año vista de elecciones autonómicas

carlos silva

Cinco días han transcurrido desde la fecha fijada hace un año por la ANC para la liberación final de Cataluña. Cuatro días ya de la nueva era DUI y aquí no ha pasado nada. Cuatro días y seguimos esperando. Cataluña, inerme, continúa apresada en la intersección que se produce entre distintos géneros literarios. El teatro del absurdo, con sus ciudadanos atrapados en medio de un escenario vacío, esperando no se sabe qué, entretenidos en conversaciones circulares que no llevan a ninguna parte. La literatura fantástica, con el aliento ponzoñoso de dragones que amenazan los anhelos de autogobierno de Cataluña, princesa zaherida. La farsa y el gran guiñol, con la convocatoria «fake» a un año vista de elecciones autonómicas y el posterior, interminable juego al despiste sobre su celebración o no.

Romper esta dinámica, enfrentarse a gigantes de la envergadura de Irene «brote psicótico» Rigau, Francesc «avui això no toca» Homs o Artur «Juego de tronos» Mas, requiere oponentes con un calibre, libertad y determinación a la altura de este reto colosal fraguado durante décadas. Sin embargo, el futuro de Cataluña se decide en conciliábulos en las catacumbas del Pub Kitty, donde las fuerzas vivas de la legalidad, aquellos que amenazan nuestra libertad y aquellos que deberían ser la némesis del nacionalismo, se reparten la tarta de nuestro futuro.

Nadie espera nada del PSC. Sólo unos pocos ingenuos confían todavía en que el PPC escape a la lógica de poder interno que lo ha conducido a la irrelevancia en Cataluña. Mención aparte merece C,s. Ungido por los poderes fácticos como su portavoz oficioso, es vendido por los grandes grupos mediáticos a la opinión pública como única opción regeneradora. Diez años de existencia lo desmienten. Su falta de iniciativa parlamentaria, su actividad judicial inexistente, los delatan.

Sólo basta seguir la Comisión de investigación del caso Pujol, las preguntas inanes de sus diputados, las ausencias continuas de su, por otro lado, ubicuo líder. O prestar atención a sus ocurrencias mediáticas, la última, la propuesta de consolidar la inmersión lingüística, ya sea mediante el blindaje de competencias (Garicano), o a través de la celebración de un referéndum sobre el tema (Villegas). En esta nuestra era de la política de la apariencia, Ciudadanos se asimila al paisaje, propone firmas de pactos y comisiones de investigación parlamentarias sin consecuencias jurídicas, mientras rehúye la reforma efectiva del sistema y la aplicación de la ley en los tribunales. Levanta humaredas en las que refugiarse mientras busca un sillón a la altura de su ambición de poder.

El camino de UPyD ha sido desde un principio el inverso y por ello sigue siendo la única opción real de cambio y regeneración. UPyD camina amparado por sus principios y su determinación, por la certeza de que los fines son inseparables de la manera en que se alcanzan y que, cuando el objetivo es el bien común y no satisfacer la sed de poder, no existen atajos ni componendas. Es el precio del compromiso ético, es el precio de ser libres.

Carlos Silva es responsable de organización territorial de UPyD en Cataluña.

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