Los profetas del «prusés»

Ha vuelto a fallar la profecía. Y es que, salvo error u omisión, el jueves pasado, 23 de abril de 2015 por más señas, no se produjo declaración alguna de independencia de Cataluña contra lo que en su día había augurado la señora que lleva eso de la ANC. Lo de los profetas del “prusés” y sus reiterados fiascos constituyentes, que ya van unos cuantos desde que Carod anunciase la tierra prometida a los creyentes para 2014, a mí me recuerda la historia de aquella ama de casa yanqui que no solo puso fecha y hora al fin de los tiempos, sino que logró convencer a un buen puñado de majaderos de que Jesucristo en persona la había hecho partícipe en rigurosa exclusiva del dato. Así las cosas, el mundo, Cataluña incluida según parece, tenía que acabarse el 21 de diciembre de 1954, y a las 12 del mediodía en punto.

Un asunto, por lo demás, que no debía inquietar en exceso a los avisados, pues, tal como se les hizo saber en su momento, una flotilla de naves espaciales tripuladas por marcianos se encargaría de recoger a los fieles y transportarlos a un remoto planeta donde iniciarían una nueva y placentera existencia. Sin embargo, llegado el instante del Apocalipsis, parece que nada hubo. Igualito que aquí, vaya. Cuenta León Festinger, el célebre psicólogo social que estudió el caso, que la rendida feligresía de aquella marcianada se condujo de idéntico modo que nuestros muy devotos soberanistas una vez constatada la verdad. Al modo de Mas & cía., lejos de abrir los ojos, los seguidores de la secta dieron el redoblar el afán proselitista, tratando a la desesperada de ampliar sus filas. El coste de aceptar la realidad, de rendirse a la desoladora evidencia de los hechos, también hubiese sido demasiado alto para ellos. En fin, siempre nos quedará Rappel. Y si no, a esperar al próximo San Jordi, que seguro que en el de 2016 suena la flauta.