Clamor taurino en el Ebro

Fue en Amposta, casi en la desembocadura del padre Ebro que tanta sangre brava lleva en sus aguas. En Amposta, en las Tierras del Ebro, en donde una mayoría política indultó algunas de sus tradiciones taurinas para salvar lo que consideraban un vivero de votos. Para no mermar el poder electoral, al mismo tiempo que desde las posiciones más nacionalistas del Parlament se prohibían las corridas de toros, se daba vía libre a los correbous. Pero han pasado los años y el acoso no ha cejado, y lo que se permitió se ha ido cercando, y las gentes del Delta no estan dispuestas a aguantar más. Ni que se hayan literalmente ahogado a las ganaderías de la zona ni que otras de sus tradiciones como el toro al mar o el embolado puedan olvidarse en unos pueblos en los que siempre fue la base de sus fiestas ni, tampoco, que La Monumental catalana, única plaza superviviente al acoso, siga cerrada .

Sí a los toros, si a la Tauromaquia plena, fue el grito que miles de catalanes lanzaron el domingo por las calles de Amposta. Sí a los toros, el rey de la Fiesta. Y lo gritaron bien alto, para que todos lo oyeran, desde los políticos catalanes abducidos por la sinrazón abolicionista hasta su brazo más violento, los pretendidos animalistas antitaurinos enfrascados ahora en la lucha contra los correbous..

Pues dicho queda, y avisados todos. Que a partir de ahora nadie va a dar un paso atrás, nadie va a ceder ni un milímetro. Y es que si tan firmes como estos aficionados hubieran estado los responsables de todo el entramado taurino, las cosas no hubieran llegado a la situación actual.

Los aficionados otra vez solos, porque a ningún ganadero de postín se le pasó por la cabeza ir a Amposta a apoyar a quienes allí también crían el toro bravo. Ni una figura del toreo ni un empresario de ferias. Nadie. Quizás ya no hacen falta, porque el grito de Amposta ha puesto a cavilar ya a más de un político. Aquí ya no se va a soportar una cesión más. Por tradición, por cultura, por libertad.