El mercado de la Boquería limita el acceso de turistas para evitar la saturación
El debate entre quienes abogan por volcarse en los visitantes y quienes quieren un mercado tradicional divide a los comerciantes

Todo les sorprende. El colorido de las frutas, la sangre en los puestos de casquería, el jolgorio en la zona de pescados... Los turistas se han convertido en parte indisociable del mercado de la Boquería, un espacio que por su mismo éxito ve amenazada también su supervivencia. Prácticamente, y según a qué horas del día, resulta imposible comprar si uno no busca puestos (o paradas, como se conocen en Cataluña) fuera de los pasillos centrales y más transitados. El debate está servido: un mercado para fotografiar, o un mercado para comprar.
En medio de este debate, el Ayuntamiento de Barcelona ha puesto en marcha una regulación que prohíbe el acceso a la Boqueria a grupos organizados de visitantes de 15 o más personas los viernes y sábados desde la apertura del equipamiento hasta las tres de la tarde. El objetivo, evitar las aglomeraciones y permitir el normal funcionamiento del espacio. En definitiva, permitir que la Boquería siga siendo la Boquería. Se trata de "favorecer un correcto desarrollo de la actividad del mercado y evitar situaciones de colapso dentro del recinto", afirma el Consistorio.
La medida no es ajena al debate de fondo que se vive en el seno de un mercado que se ha convertido en una de las principales atracciones turísticas de una ciudad ya de por sí muy presionada por la afluencia de visitantes, más en una zona como la Rambla, en donde precisamente se ubica el mercado.
La conversión de las fruterias tradicionales en puestos en los que dispensar zumos y fruta cortada se ha extendido de manera imparable, hasta el punto que el Consistorio tuvo que poner limitaciones. Los paradistas se dividen en dos grupos: los que ven que hay que dar a los turistas lo que piden, y los que desean conservar un formato de mercado más tradicional.