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La educación y el respeto a los demás
Es penoso que esa misma sociedad afortunada tenga siempre afiladas y puntiagudas sus mejores armas para demostrar, ante cualquier suceso, sea trágico, o deportivo, o cultural, o ideológico, su impresionante falta de educación y de respeto
Vivimos en una sociedad afortunada que ha aceptado como necesario (como imprescindible, mejor) que la educación propia y el respeto a los demás es una de las claves ineludibles para la convivencia y para el desarrollo personal y social. No hay ningún plan político ni ninguna causa social que no contemple entre sus fines prioritarios estos dos anhelos, la mucha educación y el máximo respeto.
Y es penoso que esa misma sociedad afortunada tenga siempre afiladas y puntiagudas sus mejores armas para demostrar, ante cualquier suceso, sea trágico, o deportivo, o cultural, o ideológico, su impresionante falta de educación y de respeto. Ante la tragedia del avión siniestrado y el hecho de que viajaran en él muchos ciudadanos catalanes, ese vomitorio para desalmados y descerebrados que puede ser Twitter arrojó algunos comentarios indignos de alguien tocado con el don del pensamiento y con acceso fácil y obligatorio a la educación, la lectura y la escritura. Esos comentarios abyectos contra los catalanes fallecidos han ocasionado el oportuno anuncio de Esquerra Republicana de que emprenderá acciones legales contra esos «twiteros» que probablemente ignoran el componente ínfimo de bilis, inmundicia y desequilibrio que tienen donde debería estar el cerebro. Y hace bien ERC, y harían bien todos los demás que pueden y deben hacerlo, en atajar la ignominia con un golpe seco. Que no haya lugar ni amparo para la falta de educación y de respeto.
No es comparable, pero sí un síntoma de la enfermedad, que personajes públicos y de cierto prestigio cultural (como el escritor y periodista Xavier Bosch) se jacten de haber silbado al himno español y a su máximo representante siempre que han tenido ocasión, y que se anime, se programe y hasta se compren silbatos y se repartan gratuitamente para perder la educación y faltar el respeto en la final de la Copa del Rey. «No necesito entrenarme para silbar el himno español y a su Rey», ha dicho con precisión de «twitero» envalentonado, y salta rápidamente una respuesta también muy «twitera»…, hay otra cosa para la que tampoco necesita entrenarse mucho Xavier Bosch.
Probablemente no estará tan ágil ERC para instar a la educación y al respeto con los chifladores de himnos y símbolos que no consideran suyos. Una de las competiciones más reñidas que habría hoy, sería el Campeonato Mundial de Pedir Respeto (no hay ni listo ni tonto que no lo pida para sí mismo), y en cambio quedaría desierta la Copa Mundial de no perdérselo a nadie.