punto de fuga

El león de Cambrils

El emérito Carod no se acaba de fiar de las promesas de Mas a cuenta de ese eterno “coitus interruptus” en que ha devenido la dichosa liberación nacional

josé garcía domínguez

El emérito Carod Rovira, uno de esos catalanes profesionales de carácter algo rifeño que tanto recuerdan a aquellos lepenistas “avant la lettre” que incubó la Esquerra de cuando la República, los infaustos Dencàs y Badia pongamos por caso, anda estos días con la mosca patriótica detrás de la oreja. Como Llach el cantante, Junqueras el melancólico y las dos señoras de lo de la sociedad civil, el emérito Carod no se acaba de fiar de las promesas de Mas a cuenta de ese eterno “coitus interruptus” en que ha devenido la dichosa liberación nacional. Y algo de razón no le falta al hombre. Porque el viaje a Ítaca, asunto que se nos había vendido como un gran crucero de placer al alcance de las clases medias, comienza a parecerse demasiado a “Las mil y una noches”, un cuento interminable cuyo objeto único diríase que es mantener encandilada a la carne de cañón con la misma promesa que suele figurar inscrita en las paredes de ciertos bares gallegos: “Mañana se fía, hoy no”.

Ese tedioso asunto, el de la independencia, va camino de convertirse en el sucedáneo catalán de la famosa “revolución pendiente” del camarada Girón de Velasco y los viejos falangistas pata negra. Recuérdese, se acabó la guerra, nació y murió en estraperlo, pasaron los años, cambiaban los ministros, se inauguraron mil pantanos, se aparcó la autarquía, surgió el desarrollismo, el Madrid ganó las cinco copas de Europa, Franco se iba haciendo cada vez más viejo, pero de la revolución famosa ni rastro. Eso sí, el león de Fuengirola, que así de decían, salía de su cueva cada dos por tres para anunciar a los fieles la buena nueva de que la revolución aplazada ya estaba a punto de caramelo, que la cosa ya casi, casi rondaba por la mesa del Consejo de Ministros. Hasta el 20 de Noviembre de 1975. Nada hubo, huelga decir. Yo ya veo a nuestro fiero león de Cambrils ocupando la plaza del otro.

El león de Cambrils

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