punto de fuga
No suman
No todo lo que pierde Mas, pues, lo gana Junqueras. Ya no
Con las prisas del embarque, a los del viaje a Ítaca se les olvidó meter una calculadora en la maleta. Y ahora, ya sin posibilidad de retornar a tierra firme, acaban de enterarse de que lo suyo no suma. Lo ha revelado alguien tan poco sospechoso de objetividad como el director del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat, un cruzado de la causa a quien nadie podrá acusar de anteponer principio deontológico alguno a la entrega militante. Y si hasta un talibán de semejante calibre lo confiesa, habrá que creer que el tradicional mecanismo de vasos comunicantes entre CiU y ERC ha dejado de representar un juego de suma cero. No todo lo que pierde Mas, pues, lo gana Junqueras. Ya no. De ahí que el sumatorio de las dos fuerzas haya dejado de suponer la mitad más uno de los escaños del Parlament. El desencanto de los grumetes. Porque hasta la paciencia de la carne de cañón tiene un límite.
Algún indicio de eso ya se dejó entrever cuando el simulacro del 9N. Sin apostar a los chinos la pensión de la Seguridad Social, sin jugarse a la ruleta rusa el saldo de la libreta de “La Caixa”, sin ningún riesgo cierto de amanecer al día siguiente extramuros de la Unión Europea, saliendo gratis total la broma, apenas un mísero 33% del censo doméstico se animó a blandir la carta independentista. Solo un 33%. Todo un aviso a navegantes de agua dulce. Y tras ese triste alarde de impotencia aritmética, otro alarde de impotencia, aunque esta histórica. Porque lo que yace tras los fracasos reiterados del catalanismo menestral y pequeñoburgués en su afán por articular una mayoría secesionista es su propia debilidad ontológica. Llevan medio siglo tratando de construir una comunidad imaginada a golpe de talonario, pero la realidad, al igual que el dinosaurio en el cuento célebre de Monterroso, sigue ahí. Aunque siempre les quedarán los iconoclastas descamisados de la CUP, claro.