Convergència

Convergència Democràtica de Catalunya continúa siendo lo que siempre ha sido. La tétrada convergente –como el dinosaurio de Augusto Monterroso- sigue ahí: nacionalismo identitario, victimismo, tacticismo y ambigüedad calculada. El penúltimo ejemplo del tacticismo y la ambigüedad calculada -aparco los otros dos elementos de la tétrada- se percibe en Consejo Nacional de Convergència del pasado fin de semana. Dicen que son nacionalistas, pero no independentistas. Aunque -matizan-, la independencia es el mejor instrumento para que la prosperidad y justicia social se instauren -¡milagro!- en Cataluña. ¿Ser nacionalista -hoy en Cataluña- sin ser independentista? Quizá sean independentistas a hurtadillas o de tapadillo. Quizá sean independentistas a la carta -¿cómo siempre?- según dicte el interés. De lo dicho a lo escrito. El Consejo Nacional convergente presenta un documento que insta a propagar la bondad de la independencia, que se propone ilusionar de nuevo a la parroquia para que el 27-S sea un plebiscito -primera vuelta el 24-M- sobre la independencia. Concluyen: “ensanchar la mayoría social a favor de la independencia” y “explicar que la independencia es posible y es la única salida que tenemos para generar prosperidad”. Con estos mimbres, ¿son o no independentistas? El dinosaurio sigue ahí.

Convergència dice lo que dice por tacticismo y ambigüedad calculada. La proclama no independentista -el independentismo pragmático “explícito” a horas convenidas en función del voto- facilita la relación con una Unió Democràtica de Catalunya que parece estar deshojando la margarita al tiempo que permite ilusionar de nuevo al independentismo sobrevenido (el que no se considera independentista, pero ve en la independencia la posibilidad -inducida- de un futuro mejor) que hoy abandona la causa. El independentismo sobrevenido, ¿morderá otra vez el anzuelo de una Convergència desorientada que quiere contentar a todos mientras corretea por un espacio de ficción sin saber si va o vuelve?