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Más madera...

El concepto de movilidad empujaba desde hacía tiempo a la fusión de la industria automovilística con la telefonía

joan carles valero

Seis años antes de que la tecnología facilitara el contacto entre personas que no se veían desde la adolescencia (Facebook), la multinacional nipona Epson creó en 1998 el Instituto de Tecnoética. Con sede en Barcelona, se propuso el acercamiento entre tecnología y humanismo en unos momentos que la sociedad parecía abocada a la deshumanización. Dirigido por el filósofo Josep Maria Esquirol, el Instituto de Tecnoética fue uno de los primeros jalones intelectuales de la carrera de Barcelona hacia la capitalidad mundial de las tecnologías móviles. Epson cumplió ayer 25 años en España y lo hizo con una nueva contribución, al inaugurar en Cerdanyola del Vallès el espacio Experience, concebido como hub tecnológico para acercar, entre otros avances, la realidad aumentada o la proyección táctil interactiva destinada al ámbito educativo.

El concepto de movilidad empujaba desde hacía tiempo a la fusión de la industria automovilística con la telefonía. Internet en el vehículo es ya un hecho y Seat acaba de suscribir un acuerdo con Samsung para, por ejemplo, contestar un Whatsaap mientras se conduce sin que sea motivo de distracción. El objetivo no es otro que mantener a los conductores siempre conectados, facilitándoles la vida al convertir sus vehículos en prolongaciones de su sala de estar. Y emocionarles. Porque la tecnología también proporciona emociones. Cirque du Soleil logró unir imaginación e ingeniería y al juntar conceptos tan separados como eran el circo y las artes dramáticas, convirtieron un espectáculo decadente en la ópera del siglo XXI. Lo hicieron de la mano de la innovación, hermana de la audacia. La idea de inteligencia clásica está en crisis. El pensamiento lateral y la unión de conceptos a priori ajenos, como un palo y un cubo, lograron una aplicación tan vulgar como innovadora: la fregona, una idea extraordinariamente sencilla del español Manuel Jalón que cambió la vida a las personas, en especial las mujeres, que hasta 1964 fregaban el suelo de rodillas.

Las empresas innovadoras son las que entienden que no existe un punto y final, sino una actitud de ir más allá, de mejora constante y desafío de convencionalismos. Como ha hecho Josep Dosta, joven emprendedor de Vic que ha creado Woodys, marca de una de las colecciones de gafas de madera más extensa del mundo. Acaba de presentar en Barcelona 58 modelos fabricados en madera de bambú, abedul, zebrawood y peral. Utiliza la misma tecnología empleada en el proceso de producción de los skates, a base de láminas de madera, lo que confiere a las monturas gran rigidez con apenas 17 gramos de peso. Más madera, que ya hace sol.

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