tribuna abierta
Salón Kitty
Los ciudadanos tenemos derecho a saber para qué y de qué hablaron diputados, militares, guardias civiles y fiscales
Hace unas semanas se reunieron secretamente en el barcelonés Pub Kitty - propiedad del ex jefe de protocolo de Jordi Pujol - Enric Millo, Carina Mejías y Miquel Iceta con los más altos cargos del Ejército, la Guardia Civil y la Fiscalía en Cataluña; el teniente general de Cataluña, Ricardo Álvarez Espejo; el general de la Guardia Civil, Ángel Gozalo; y el fiscal jefe de Cataluña, Romero de Tejada.
Redondeaban la cita el Conseller independentista Felip Puig y Salvador Alemany, amigo íntimo de Artur Mas y miembro del CAREC, think tank independentista, entre otros empresarios.
Resulta paradójico que representantes políticos, como Carina Mejías, con una larga trayectoria en el PP y ahora en C’s, que apelan solemnemente a la transparencia en democracia (“la transparencia tiene que ser un compromiso y también una realidad”) tengan reuniones secretas y participen en oscuros contubernios. Lo preocupante no es el secretismo, sino que estas reuniones se realicen con militares con mando en plaza y fiscales en activo, sujetos todos al principio de jerarquía y a un mandato de lealtad constitucional. Que luego estos políticos se nieguen a dar la más mínima explicación de lo sucedido a sus representados, no hace sino aumentar nuestra sensación de estupor y náusea. Tanta impostura tiene límites.
No son creíbles esos políticos que en el Parlament escenifican discusiones airadas, algunas con descalificativos personales y políticos, y que, al día siguiente, por arte de magia se convierten en amigables compañeros y comparten mesa y mantel. O una cosa o la otra, pero no ambas a la vez.
Los ciudadanos tenemos derecho a saber por qué, para qué y de qué hablaron los diputados, que cobran un sueldo público, con militares, guardias civiles y fiscales, sujetos a una jerarquía y claros cometidos constitucionales y legales.
Una reunión de políticos y militares semejante no se producía en España desde la víspera del 23-F, cuando Enrique Múgica se reunió con el General Armada en Lérida. ¿Tenía la reunión de estos políticos de Ciutadans, PP, CiU y PSC un carácter conspirativo? Y si no lo tenía, ¿Por qué no se hizo con luces y taquígrafos, o en la sede del Parlament? y ¿Por qué no se quiere dar cuenta de ella?
¿Quizá no recordaba el Fiscal que la Fiscalía está querellada con el Presidente, la Vicepresidenta y la Consejera de Educación del Gobierno de la Generalitat cuando se reunió secretamente con el Conseller Puig? ¿Recordaba el Fiscal que los hermanos de Felip Puig están implicados en el caso Pujol? ¿Influyen estas cenas en el ánimo del fiscal Romero de Tejada que se opuso a la interposición de la querella contra Artur Mas?
¿Se reúnen unos militares con políticos sin el conocimiento de sus superiores? Cuando lo hacen, ¿De qué hablan? ¿Del tiempo? ¿De fútbol? ¿Son discípulos del General Armada?
¿El voto a favor del PP y la abstención de C’s a la Ley de la Vall d’Aran donde se reconoce “la realidad nacional occitana” se fragua en estas cenas? ¿La abstención de C’s a la Ley que quería impedir la presencia de las esteladas en los parques de bomberos de Cataluña se negoció en el Pub Kitty?
En términos berlanguianos, Ciutadans, PP y PSC deben una explicación a la ciudadanía y, como nos la deben, nos la han de pagar. Sin excusas, sin trampantojos, sin impostura.
Algo huele mal en Dinamarca. Y posiblemente más que de Pub Kitty, la actual política catalana es de Salón Kitty. Pasen y vean.
Ramon de Veciana es candidato de UPyD Catalunya a la presidencia de la Generalitat