barcelona al día
Año nuevo y fanáticos de siempre
Toda esta patulea que le tiene echado el freno al potencial de Cataluña, que aburren, deprimen y vulgarizan a una sociedad otrora brillante
La sensación de frescor, de fuerza renovada, de proyectos por hacer, de tiempo nuevo que suele o solía provocar el comienzo de un año (que es siempre el día 7 de enero, y no el día 1 como fantaseamos) se ha desbaratado por completo a causa de la sangre derramada por el terrorismo islamista. Sólo hemos recorrido unas horas de un nuevo año y ya se nos instala la sensación de que habremos de vivirlo entero junto a los fanatismos insoportables de nuestra especie. Sin ese tinte trágico, afortunadamente, sino más bien cómico, se puede observar que el arranque del año en Cataluña está muy lejos de proporcionar al ciudadano «normal» algo parecido al frescor, a la fuerza renovada, a los proyectos y a la sensación de tiempo nuevo: sólo la misma pereza y caspa, la misma pesadez en el paisaje con el mismo molino, la misma rueda y los mismos protagonistas dándole interminables vueltas a los mismos asuntos, el proceso, las listas de país (qué ordinariez intelectual y qué cercanía con el fanatismo, el clasismo y el racismo), los adelantos electorales y las anteojeras.
Que dice Joana Ortega que Oriol Junqueras paraliza el proceso, que dice Artur Mas que el proceso no se puede parar, que dice Muriel Casals que darán soporte a cualquier pacto entre unos y otros, que dice…, pero ¡qué pereza de gente!... ¡Otro año con trazas de perderse porque la imaginación de los de las anteojeras sólo les da para seguir dándole vueltas a la misma rueda del molino! La única esperanza para este 2015 es que será (éste sí) el año del votante, pues tiene por delante varias citas serias (o sea, no circenses) con las urnas, lo cual significa que tendrá en las manos unas papeletas auténticas, democráticas, legales y válidas para mandar a hacer gárgaras a toda esta tropa que sólo vive del movimiento circular alrededor de un pozo, y con ellos a todos los que han hecho del humo y del separatismo un negocio rentable y a nuestra costa. Toda esta patulea que le tiene echado el freno al potencial de Cataluña, que aburren, deprimen y vulgarizan a una sociedad otrora brillante, libre y pujante, ya han cogido otra vez el solomillo del palco político.
Afortunadamente hay un par de ocasiones legales y democráticas para devolverlos al mercado de trabajo. Ojalá no perdamos la ocasión.