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Perennalismo

joan carles valero

El pensamiento perennalista se basa en lo inmutable, la verdad que comparten las grandes tradiciones religiosas; lo que es único, universal y recordado por los diferentes santos, místicos, filósofos y sabios cuyas reflexiones y experiencias han ido confirmando, a lo largo de la historia, la unidad trascendente de todas las creencias de la humanidad. Hoy en día, el perennalismo comporta ser ecologista profundo, una suerte de Jake Sully, el marine protagonista de Avatar, la película de James Cameron que hace reflexionar sobre si tenemos un cuerpo o somos un cuerpo, en la línea de lo que defendía Descartes de que, a pesar de que el cuerpo y el espíritu están unidos, el espíritu puede estar separado del cuerpo sin depender de él. Y que la misma conciencia puede habitar otro cuerpo, como en la transmigración.

Nadie que haya visto Avatar considera que fuera necesaria la destrucción del árbol sagrado de los na’vi, ni disfrutó al ver colapsar la principal fuente de vida de Pandora, un planeta modelo de paraíso en el que se manifiesta la teoría de Gaia de que la Tierra es un organismo donde reina la armonía y el equilibrio entre todos los seres que la habitan, sean vegetales o amínales. La paradoja de la película es que los hombres son los inhumanos y los alienígenas los humanos.

Ver “Las tres vidas de Pedro Burruezo”, el documental dirigido por José López Pérez sobre el músico, ecologista y artista total del mismo nombre del título, me ha hecho recordar las conversaciones que mantuve con el malogrado Jaime González, el primer perennalista que conocí. La película de López, al igual que la vida de Burruezo, toca esos dos mundos, el del activismo ecológico vivido con intensidad, como responsable de la edición española de la revista The Ecologist, y el pensamiento perennalista desde la visión más mística del Islam, que es el sufismo. Pedro Burruezo, que hace unos años visitaba estas mismas páginas como crítico de flamenco, fue ex líder de Claustrofobia y ahora es conocido por Bohemia Camerata, grupo con el que ha lanzado “Misticíssimus Coralliummmm”, obra cumbre que supone el vértice que completa el triángulo de sus tres vidas.

Es difícil que llegue a las masas la música que crea Burruezo, su ecología profunda y la espiritualidad mística que defiende, alejada de convencionalismos. Pero resulta reconfortante que tanto la banda sonora del documental, su música, como lo que dice el artista y sus amigos, genera paz en los corazones del espectador. Y eso es lo más transgresor en vísperas de Navidad.

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