punto de fuga
TV3, aquí Corea
Ese asunto, el de las pobres patrias oprimidas y maltratadas por los machos hispanos, me ha traído a la memoria una cuestión baladí. Y es que la Sindicatura de Cuentas ha certificado en uno de sus últimos informes que el Govern abonó en su día una deuda de mil millones de euros correspondientes a TV3 y Catalunya Ràdio como si fuera propia. Suma algo estratosférica que fue a coincidir exactamente con el recorte en el gasto sanitario autonómico. Pero no quedaría ahí la cosa. Pues las subvenciones a fondo perdido con destino a la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales ascenderían a 2.500 millones de euros (415.000 millones de pesetas) en apenas cinco años. Al tiempo, varios hospitales del Servicio Catalán de Salud lucen el cartel de “en venta” tras devenir inviable su mantenimiento con caudales públicos.
Sépase, por lo demás, que la plantilla de TV3, con una audiencia potencial de 7,5 millones de víctimas, supera las 2.500 personas; más del doble que Tele 5 que, con un mercado potencial de 47 millones, dispone de apenas mil empleados. Otra anécdota trivial: la nómina de ese Ministerio de la Identidad sube a 160 millones de euros al año. Se comprende, pues, que el Tripartito acordase en 2010, o sea ya en plena Gran Recesión, que urgía inflarla un pelín, en 3,6 millones de euros adicionales por ejercicio para ser precisos. Allá por 1955, un Bardem describió en célebre sentencia al cine español como "políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo y estéticamente nulo ". Salvedad hecha de su muy contrastada pericia en el sórdido arte del agit-prop, no se me ocurre definición mejor para TV3. Es sabido, cualquier estrellita fugaz de las que infestan sus platós haría babear de envidia a Ceaucescu y al muy llorado abuelo de Kim Jong Il. Impune, impúdico, obsceno, el partidismo de ese oneroso chiringuito hasta haría pasar a la mismísima RTVE por modelo ejemplar de independencia. Y aún nos reímos de Corea del Norte.