Sitges recupera todo el esplendor de sus museos
El Cau Ferrat y el Museu de Maricel reabren sus puertas después de cuatro años de reformas
«Durante ciento treinta años estas paredes han comido sal, humedad, arena y viento de levante». Así resumía Vinyet Panyella, directora dels Museus de Sitges, la agresión que han sufrido los edificios que albergan el Cau Ferrat y el Museu de Maricel.
Gracias a una exhaustiva rehabilitación de más de cuatro años y más de nueve millones de euros, los dos museos ya están listos para convivir con el Mediterráneo. El día 22 abrirán sus puertas de nuevo con una reinauguración presididad por Artur Mas.
Dos museos en uno. «El Cau Ferrat se ha restaurado con la intención de recuperar su aspecto original de finales del siglo XIX con todo el aroma modernista que impregnó su propietario Santiago Rusiñol y el Maricel propone un recorrido artístico desde el siglo X hasta la primera mitad del siglo XX a través de las colecciones de Pérez-Rosales y de la vila de Sitges», destaca Vinyet.
«¡La entrada en el Cau Ferrat os va a sorprender!», anunciaba la directora de los Museus de Sitges a un grupo de reducido de periodistas privilegiados de ver la reforma antes de su inauguración oficial. «Hemos simplificado las estancias conservando gran parte de la disposición anterior -destaca-. Por ejemplo, alrededor de esta mesa había muchas sillas y hemos dejado seis para que el espacio sea más transitable. También hemos hecho unos plafones explicativos de los diferentes objetos para que el visitante esté bien informado».
Cada sala tiene su encanto. Pero quizás la más íntima es la estancia donde Rusiñol escribió gran parte de su obra y cuyas paredes están decoradas con recuerdos de sus diferentes viajes como algunas fotografías de las Galerías Ufffizi de Florencia, un cuadro de una de las casas en las que vivió en París o una Venus de Milo. Cada objeto tiene su historia que Vinyet Panyella conoce bien. «Fijaros bien en esta celosía que separa la sala de escritura del resto de la casa», subraya entusiasmada.
Las obras, a simple vista no apreciables, se han centrado en la restauración de los materiales y en la prevención. «Teníamos filtraciones y el índice de humedad era inaguantable», reivindica Vinyet. La sala de la capilla y el mirador es el espacio más espectacular con las vistas al mar y las tres grandes esculturas de estilo noucentista. «Este lugar se construyó en 1326 y es el más antiguo de Sitges que se conserva», anuncia Vinyet.
La visita concluye en la Sala Sert del Maricel. «Estos seis plafones alegóricos de la I Guerra Mundial y fueron pintados entre 1915 y 1916; la más famosa es la Sainte Geneviève», comenta Vinyet que celebra la recuperación de estos murales que estuvieron durante unos años en el Waldorf Astoria de Nueva York.
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