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La coca de vidrio, enigma del catalán

Más que proceso, parece procesión, un concurso para ver quién localiza de manera más ridícula el ombligo, y lo único claro es que es una competición cada vez más dura y abierta: la puede ganar cualquiera

oti rodríguez marchante

Puesto que lo de los Pujol, que podrían tener ya su propio comic como «spin off» de Lucky Luke, al modo de Los Dalton, hace ya tiempo que dejó de tener gracia, y ha de buscarla uno mirando a otro lado de la vida social y «cultural» de esta Barcelona destartalada, trivializada y obsesionada con el verbo ser mientras que demuestra una incompetencia casi sin fisuras para conjugar en presente de indicativo el verbo estar. Más que proceso, parece procesión, un concurso para ver quién localiza de manera más ridícula el ombligo, y lo único claro es que es una competición cada vez más dura y abierta: la puede ganar cualquiera.

Mi voto de hoy se lo doy sin duda a esa entidad con ánimo de lucro llamada Plataforma per la Llengua, compuesta por un consejo consultivo en el que difícilmente cabría un gramo más de talento, por lo que les resulta muy fácil localizar el ombligo incluso en la parte baja de la espalda. Este año, y al parecer no es el primero, ha dedicado todo ese caudal de talento a promover la elección del «enemigo del catalán» y ha propuesto veinte candidatos para el premio.

Como tal iniciativa sólo puede estar movida por las ganas de internacionalizar la risa sobre el estado mental del catalanismo, me referiré sólo a uno de los candidatos al premio de «enemigo del catalán», la Coca Cola, esa bebida tan identitaria y que mezcla igual de bien con el Ron Pujol y con el vino del país para hacer el calimoxo típico catalán.

A mí, en realidad, no se me ocurre el argumento para considerar a la Coca Cola enemigo de nada, salvo del buen whisky y de la buena flora intestinal, pero si los intelectuales de la Plataforma consideran que la bebida no hace bien su trabajo en pro del catalán, he de suponer que habrán hecho antes la pertinente cata del caldo: sorbito, enjuague y escupitajo a la jofaina…, «sí, en efecto…, noto en ella cierta enemistad con el catalán». Pues habrá que obrar en consecuencia, porque la Coca en Cataluña es cultura popular y tradición, las hay dulces y saladas, tapadas y abiertas, y la hay de vidrio, que es un enemigo disfrazado.

Yo tenía oído eso de que hay más tontos que botellines, pero es nuevo esto de que los hay incluso más que botellas de Coca Cola.

La coca de vidrio, enigma del catalán

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