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Hace falta valor
Uno de los rasgos que define a las nuevas generaciones es que la mayoría de universitarios, incluidos los de empresariales, aspiran a ser funcionarios o a trabajar para la Caixa. De ahí que el proyecto Podemos-Guanyem incluya en su programa la creación de tres millones de plazas de funcionarios. Todo un efecto llamada al voto. La búsqueda de la seguridad es legítima, pero en exceso resulta paralizante. Y si se combina con la cultura del retorno inmediato, eso que antaño se denominaba pelotazo, nos dibuja un panorama de aversión al riesgo que nada bueno aporta.
El educado saludo entre el president Mas y el ministro De Guindos en las jornadas económicas de S’Agaró dejó en un segundo plano el llamamiento a una mayor toma de riesgo que hizo Jordi Gual, economista jefe de la Caixa. El profesor argumentó que el verdadero crecimiento sostenible es el resultado de que las personas seamos capaces de aventurarnos. Lo demás, viene por añadidura, incluso a corto plazo.
Pero la sociedad se ha hecho extraordinariamente conservadora. Hablamos de innovación, de un nuevo modelo productivo, cuando sin riesgo no hay adopción de nuevas tecnologías; sin riesgo no se expande la capacidad productiva; sin riesgo no se crean nuevos bienes y servicios; sin riesgo no se conquistan nuevos mercados. Sin riesgo, en suma, no se crea empleo. El propio Gual reconoció que si las empresas no se aventuran más es porque anticipan que la presión fiscal será en el futuro más alta. Sobre todo (esto es de mi cosecha) si ciertas opciones vencen electoralmente.
Hace falta ambición de crear empresa desde una perspectiva de reto personal. Sentir el vértigo de medir tus capacidades en un reto donde el dinero es una condición necesaria, el elemento que permite levantar un proyecto, pero no el único motor. Hacen falta más mentores, que es una palabra que me gusta más que la de padrino o coach. Mentores que animen a los jóvenes a emprender. Porque sólo así levantaremos este país y no precisamente con más funcionarios, con todos los respetos para los que cumplen.
Necesitamos que proliferen los “job creators” (creadores de empleo), término acuñado por Marc Bonavia, presidente de la Asociación Independiente de Jóvenes Empresarios de Cataluña (AIJEC), que acaba de vender su compañía SITmobile a la multinacional australiana Soprano Design, quedándose como vicepresidente europeo de este monstruo de la mensajería corporativa. Jóvenes héroes que libran la “guerra del talento” global, expresión que acuñó la consultora McKinsey. Y las guerras no se ganan sin valor.