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Artur Mas y la corneta de Peter Sellers

Rajoy no tiene la menor posibilidad contra Artur Mas: es un pelma de los que hacen época

oti rodríguez marchante

Meses y meses de tabarra y de monotema, con el 9-N fundiéndose en espíritu allá en lo alto con el monolito de Kubrick, y cuando parecía que ya no habría que soportar más tanta emoción, lagrimeos y consignas, llega el 10 de Noviembre y lo primero que se le ocurre a Artur Mas es que hay que organizar un referéndum para que el pueblo catalán pueda ejercer su derecho a decidir. Tras el escalofrío de oírlo, vino la carcajada: era como Peter Sellers en la primera escena del guateque, cuando sigue y sigue con sus toques de corneta por más que le disparen.

Francamente, no sólo Bill Murray, sino también la marmota, tenían mucha más actividad cerebral en la película de Harold Ramis («Atrapado en el tiempo») que el señor Mas, quien, a lo que se ve, no tiene otro plan de gobierno para toda esta legislatura y las que vengan (ahora que se desinfla, con perdón y dentro de sus posibilidades, Oriol Junqueras) que montar uno tras otro su Día de la Marmota. Vistas así las cosas, y puesto que Artur Mas tiene la corneta de Peter Sellers y no está dispuesto a dejar de tocarla, lo más sensato que puede hacer Rajoy es dimitir, volverse a Galicia y ver si queda por allí algún faro libre y esconderse en él… Puede, incluso, que hasta allí le lleguen esas míticas cartas que Artur Mas presume de enviarle: «le he enviado una carta…, le voy a enviar una carta…, aún no me ha contestado a mi carta…».

Rajoy no tiene la menor posibilidad contra Artur Mas: es un pelma de los que hacen época. Y cuando un pelma de este calibre ha decidido darte la tabarra, no hay más modo de evitarlo que desaparecer, y tampoco es fácil. Mi gran amigo y maestro Manolo Alcántara me dijo su secreto ante un pelmazo que, tras darle la lata durante toda una cena, aún a la salida estaba dispuesto a acompañarlo y a rematarlo: «¿Hacia dónde vas?», le pregunto el pelma, y sólo el talento de alguien como Manolo Alcántara pudo encontrar la única respuesta adecuada: «¿yo?..., pues, hacia el otro lado».

Todo el mundo alaba hoy la maestría con la que Artur Mas ha dejado secos a Rajoy, a Junqueras, el de la lágrima, y hasta a las Chus Lampreaves del separatismo, Muriel y Forcadell… Yo moderaría las alabanzas, porque si hay algo más peligroso que un plasta a la baja es, claro, un plasta crecido.

Artur Mas y la corneta de Peter Sellers

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