el oasis catalán
Fiesta
Artur Mas quiere ganar tiempo y aplazar unas elecciones que perdería si se ve obligado a presentarse en solitario
Finalmente, la consulta sobre el «futuro político de Cataluña» -un referéndum de tapadillo- no se celebrará. ¿Por qué el soberanismo ha tardado tanto tiempo en admitirlo? Varias razones: nadie quería asumir el fracaso de la no celebración de la consulta/referéndum; ningún partido estaba dispuesto a bajarse el primero del autobús para no ser tildado de traidor por el nacionalismo callejero que cree en la cosa.
A ello hay que añadir que CiU y Artur Mas necesitaban aparentar un liderazgo que no tenían y buscaban desesperadamente alguna salida para salvar los muebles y su propia carrera política. Más: ERC, ICV y la CUP no estaban dispuestos a lanzar el bote salvavidas a CiU y Artur Mas. En pocas palabras, unos y otros, desde hace meses, estaban en plena campaña -mensaje, táctica y estrategia- para lo que pudiera venir después del colapso de la consulta/referéndum. ¿La tan cacareada unidad del bloque soberanista? Una ficción.
Y en eso que Artur Mas -impasible el ademán- encuentra el plan de rescate que tan ansiosamente buscaba: un proceso participativo con la intención de conocer qué opina el personal. La parroquia, por mejor decir. Una «consulta alternativa» (?) que se «convoca» -atención: no es una convocatoria, sino una invitación- sin decreto, sin censo, sin garantías democráticas y con la inestimable colaboración activa de veinte mil voluntarios militantes de la causa.
De hecho, se trata de una fiesta y una movilización -otra más- que prolonga la ficción de la consulta colapsada. Motivos: Artur Mas está ya en plena campaña preelectoral; quiere cargar la culpa del fracaso de la consulta a una ERC a quien presiona -lo mismo hace con la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural- para que acepte la fiesta privada del 9 de noviembre; busca que el Estado suspenda el sucedáneo de consulta -si bien se mira, un placebo- para sacar tajada de ello. Y, sobre todo, Artur Mas quiere ganar tiempo y aplazar unas elecciones que perdería si se ve obligado a presentarse en solitario.