barcelona al día
Mas, Junqueras y el gorro de Napoleón
Qué penosa situación la de los políticos catalanes, todos colgados de la brocha sin haber pintado en la pared otra cosa que un muñeco ridículo
El Gobierno y la España atareada en nadar a contracorriente se han quedado perplejos ante la astucia de Artur Mas, que llevó ayer a la Prensa más turbada (o Mas turbada), con su punta de lanza Pilar Rahola a la cabeza, con perdón, a considerar este último movimiento como jugada maestra. Y francamente, lo es: si no podemos hacer un referéndum con apariencia de serio, hagamos uno con apariencia de broma.
Que vote el que sea, y donde sea, y durante el tiempo que nos parezca. Y ese ejercicio de democracia marxiana vino a acotarlo sin ni siquiera reírse el portavoz de la afonía del Govern, Francesc Homs, que precisó la cantidad de tiempo válido para ejercer el derecho a... ir (poco habrá que decidir en esas circunstancias) en quince días. Tras meses y meses de tabarra de 9-N como si fuera el big bang, ahora resulta que habrá que trasladar el origen del universo independentista hasta el 24 o el 25-N, o sea que será algo así como una explosión a plazos. Y tras más y más meses de cultivar esa imagen tan terrible del choque de trenes, ahora resulta que es la imagen del Ave hacia Barcelona y un pobre hombre vestido de napoleón yendo, entre las vías, hacia Madrid.
Y en todos los escenarios a partir de ahora, aparece alguien vestido de napoleón, y el más probable de todos ellos es que haya que ir ya tomándole medidas al señor Junqueras para que se embuta dentro de ese traje, teatralice su declaración de emperador que ha conquistado el mundo y le obligue al psiquiatra (papel que interpreta Rajoy un poco como Billy Crystal en «Una terapia peligrosa») al cinematográfico recurso de llamar a dos fornidos loqueros para que hagan su trabajo.
Qué penosa situación la de los políticos catalanes, todos colgados de la brocha sin haber pintado en la pared otra cosa que un muñeco ridículo..., y teniendo a la ciudadanía de un «país pequeñito» otrora puntero embebida en si el muñeco es un picasso o la restauración de la señora Cecilia del Cristo de Borja. Puesto que al astuto Artur Mas ya se le ha visto el gorro de napoleón, y puesto que su relevo se lo pondrá en la cabeza sin caberle, ¿a qué espera la ciudadanía catalana, otrora puntera, en pedir el alta de ese infumable psiquiátrico?