CARDO MÁXIMO

MARTÍ EN LA PLAZA DE CUBA

Jamás se interrumpió la relación sentimental que ligaba a la isla con España, ni cuando gobernaban Franco y Fidel

JAVIER RUBIO - Actualizado: Guardado en: Actualidad

CUBA siempre ha estado en el corazón de los españoles. No hay familia en la que no haya un recuerdo de aquella isla: el fraile expulsado cuando la Revolución tomó el derrotero del marxismo-leninismo en vez de la exaltación nacionalista inicial; el abuelo que batalló vestido de rayadillo en los manglares contra los mambises y las tercianas; la antepasada hija de indianos que se volvieron a España cuando la independencia... Y luego, en nuestra época, aquellos comunistas que soñaban con unirse al Ché, que tenían a los barbudos de Sierra Maestra idealizados; los turistas sin escrúpulos que descubrían su «sexappeal» silueteado en una humilde pastilla de jabón; las flores de otro mundo que nos fueron llegando trasplantadas cuando Castro abrió la mano... Todavía más: las habaneras que se incorporaron a la memoria sonora de sucesivas generaciones, los habanos que siguen apreciando los fumadores, el ron mezclado con Coca-Cola que dio origen al «cubalibre» y, por antonomasia apocopada, ya como «cubata» al trago largo de cualquier destilado... Y luego llegó la cooperación, centrada sobre todo con la provincia de Pinar del Río; los fletes de material de todo tipo donado al Gobierno de la isla como contribución de la izquierda andaluza a la causa revolucionaria; los autobuses de la flota naranja de Tussam que todavía siguen recorriendo La Habana... Jamás se interrumpió la relación sentimental que ligaba a la isla con España, ni cuando los gobiernos de ambos países eran tan opuestos como las ideologías que representaban Franco y Fidel.

Cuba, siempre presente en el ideario colectivo con esa mezcla de fascinación y delirio que sólo se experimenta con los territorios donde manda el corazón, estuvo ligada a Sevilla como ninguna otra zona del vasto imperio colonial español. La ruta entre La Habana y la capital metropolitana estuvo abierta durante tres siglos, con extensión a Veracruz, en tierra firme, y más allá a Manila al otro lado del globo terráqueo. A La Habana iba el túmulo de Cristóbal Colón que se quedó varado para siempre en la Catedral con los restos del Almirante. Y de Cuba vinieron los zapotes que Hernando Colón plantó en la Cartuja para señalar el primer reposadero de los huesos del descubridor.

Si estará ligada Sevilla con la isla, que aquí se rodó una pésima película de Richard Lester protagonizada por Sean Connery titulada precisamente «Cuba» y que ponía a Bastista y su corte mafiosa a bailar en el Casino de la Exposición... Si estará unida Sevilla con Cuba que aquí sigue estando el Instituto Hispano Cubano fundado por Rafael González Abreu (el de la calle de Radio Sevilla, sí) en el antiguo convento de Los Remedios, en cuyo atrio está el busto de José Martí, héroe de la independencia. ¿Por qué si no se iba a llamar la entrada al barrio Plaza de Cuba?

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