Carnaval de Cádiz

Proverbios 22:6

El primer verano que crucé esas puertas, no sabía que me estaba quedando. «Aquí el verano, la estación violenta«

Reyes Calvillo

Pensé que sería una visita, una oportunidad, una de esas experiencias que agradeces, te emociona, te guardas en el bolsillo y, años después, sigue apareciendo por tu casa. Como esos papelillos que nunca terminas de limpiar.

El del Falla lo marcaban ellos. Los que estaban antes. Los que llevan años narrando cada compás, sosteniendo cada pausa, llenando de color una pantalla que un día solo mostraba niebla. Ellos apostaron cuando apenas se apostaba, cuando la copla no era tendencia y cuando había que explicar a muchos qué era eso del 3x4

Entré en el equipo hace casi cinco años, la primera nueva en mucho tiempo, y cada día que pasa entiendo mejor lo que significa estar aquí.

Porque en cada final, en cada noche larga, en cada espera nerviosa antes del veredicto, se repite el mismo rito. Los mismos gestos, las mismas miradas cómplices, la misma emoción contenida antes de que la historia se escriba una vez más. Como una liturgia que conocemos de memoria, como un camino que no se olvida y se renueva, aunque pasen los años.

Hoy, la retransmisión la llevamos, en su mayoría, mujeres. Y es bonito pensar en lo que significa. En lo que hemos aprendido, en lo que hemos crecido. En cómo este sueño que nació del amor por el Carnaval se ha hecho más grande con cada febrero.

A veces, en mitad de la vorágine, me detengo un segundo y miro alrededor. Veo a quienes llevan aquí tanto tiempo, a quienes lo han contado todo y aún siguen buscando la mejor forma de contarlo. Veo a mis compañeros, cámaras, radio, técnicos, a quienes hacen que esto suene, se vea, se sienta. Y entonces sé que no hay otro sitio donde quisiera estar.

«El niño que aprende su camino no se aparta de él.»

(Reyes se detiene un momento en el foso y se gira para contemplar la cúpula del teatro. Todo está cerca, pero ya empieza a desvanecerse. Como si el tiempo, a punto de dar la última nota, se evaporara con la misma ligereza que la purpurina bajo los focos. Las lágrimas se deslizan, como las olas del telón cuando baja.)

Yo aprendí el mío en esta casa. En este teatro. En este equipo. Y, cada final, cada febrero, me lo recuerdan.

«De Carnaval es muy difícil saber» Gracias al privilegio de por otro año dejándome estudiar, un poco más, de vosotros.

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