CARNAVAL DE CÁDIZ
El Carnaval es risa
Si hay un rasgo común de exigencia para todas las agrupaciones que se presentan al certamen del Falla y que tendrían obligación de desplegar, aunque sea durante solo una pieza del repertorio, el cuplé, ese es el del humor
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En nuestro Concurso de coplas resultan imprescindibles las letras críticas, reivindicativas, combativas y, como no, las más bellas y poéticas. Hay otras ciudades en el mundo, pero a ninguna le cantan como a Cádiz sus poetas. Sin embargo, si hay un rasgo común de exigencia para todas las agrupaciones que se presentan al certamen del Falla y que tendrían obligación de desplegar, aunque sea durante solo una pieza del repertorio, el cuplé, ese es el del humor.
El Carnaval es risa, la distancia más corta entre dos personas. Y si hay un terreno tradicionalmente apropiado donde cultivar el humor y, como consecuencia, la risa, ese es el de la comedia. Un asunto, según el genial actor Walter Matthau, muy serio. El territorio limitado entre la tragedia y lo insignificante. La euforia ante el hecho de vivir, ante cualquier circunstancia, aunque me abandone la suerte, aunque sea el ser más desgraciado del mundo. Si a pesar de todo desasosiego la vida me produce euforia, hay comedia.
A diferencia del drama, en la comedia lo que no se puede resolver con racionalidad se resuelve con ingenio. Como Billy Wilder en el final de 'Con faldas y a lo loco'. Cuando parecía que la situación no dejaba salida, aparece la mítica frase: 'Bueno, nadie es perfecto…'. Esta finalidad básica que marca una obra teatral, una película o una copla de carnaval se produce previamente por un desajuste de la normalidad. Lo que en el teatro se conoce como el incidente desencadenante que genera, a su vez, un desarrollo cómico que nos conduce al final de la pieza en cuestión. La dificultad, por tanto, para los creadores de humor radica en encontrar el desajuste adecuado y resolver el mismo. Arreglar esa ruptura para que provoque la euforia en el espectador ante el hecho de vivir.
En la antesala de una de las finales del Concurso del Falla más épicas de las últimas décadas, los autores señalados por el Jurado para protagonizar esa última noche abrirán el zurrón de sus repertorios y, en las partes oxigenadas con la risa, lo harán según unos desajustes de la realidad que, a tenor de las agrupaciones elegidas, barren prácticamente todo el espectro estilístico. Un regalo para la afición y público en general que viaja desde lo canallesco a lo clásico, desde lo previsible a lo surrealista, desde lo más ingenioso hasta la mayor ingenuidad. Una Fiesta que volverá a mostrar, además de reivindicación, denuncia y poesía, a Cádiz y su Carnaval como la cuna del humor.