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La oveja negra: Martínez Ares se escapa del rebaño para incendiar el Falla con su comparsa más biográfica

La agrupación ha interpretado un pasodoble para los anales de la fiesta en una actuación sobresaliente

Fotos: Así fueron los momentos previos a la actuación de 'La Oveja Negra'

Tercera sesión de preliminares del COAC 2024 hoy, en directo: orden de actuación, reacciones y última hora del Concurso del Carnaval de Cádiz en el Teatro Falla

Jaime Cedillo

Cádiz

Comparsa

La oveja negra

Imagen - La oveja negra
  • Autor Antonio Martínez Ares

Hay quien dice por ahí que Antonio Martínez Ares compite contra sí mismo. No es que no respete a sus rivales, que son pocos pero buenos, sino que hace un carnaval que nadie más hace. Cuando parecía que la tuerca no iba a ser capaz de dar más vueltas, el Niño de Santa María ha pergeñado este año otro hito: la comparsa más biográfica de toda su obra. 'La oveja negra'. ¿Cómo iba a llamarse si no?

El creador que molesta, el que jamás sigue al rebaño, nos recuerda en una presentación que, si los oídos de este cronista no fallan, ha arrancado con un desajuste en la entrada. Pero se nos ha olvidado con la velocidad y la potencia con la que ha concluido. «Como soy gaditano, mis penas son de colores», escuchábamos al final.

Martínez Ares tenía una convicción para 2024: que se le entendiera. Los propósitos se vislumbran desde la naturaleza del pasodoble, esta vez a la manera clásica, como solo hemos visto, desde su regreso, en Los Carnívales. Estructura redonda, sin barroquismos en el contenido ni saltos mortales en la forma. Jesús Rueda 'El Cateto' se sale en el trío, que no puede ser más carnavalero ni tener más gusto. La segunda parte, a compás bien marcado, sin olvidarse de la tensión marca de la casa en el final.

Se ha servido el autor, como es en él recurrente, de la enumeración en la primera letra, soberbia. Un repaso a multitud de nombres de ilustres carnavaleros que han construido al autor que este año cumple nada menos que 40 años en las tablas. Desde su debut con la comparsa 'Requiebro', interpretada por el grupo de la Peña Nuestra Andalucía. Un inmenso homenaje a la idiosincrasia de los carnavaleros, las ovejas negras que cargan con el histórico estigma del desprecio y, en el mejor de los casos, la condescendencia. Se caía el teatro, preguntándose: ¿qué traerá entonces para la final?

El segundo pasodoble, en la línea excesivamente airada de los últimos años, era su particular bienvenida al alcalde: «No me temblará la pluma», le advierte. «Tú tendrás la mayoría, yo la inmensa minoría que se llama carnaval», añade. Y es que representa Bruno García a un partido delincuente, según nos ha recordado. En fin, que va a estar esperándolo con su guitarra, apuntando a su despacho desde la estatua de Moret. Si no le ha quedado claro...

Los cuplés... simpáticos. Mejor en el planteamiento, incluso en el desarrollo, que en la resolución. El primero, sobre la rumorología en torno al anuncio del nombre de la comparsa. Han desentrañado el tipo para rematar con un chiste de pelo. ¡Y nos han recordado que no llevaban forillo! Con la emoción del momento, uno ni siquiera había reparado. La segunda letra, intrascendente, a la jura de la Constitución de la princesa Leonor.

Morir matando

El estribillo no es la joya de otros años. «Tengo todo un universo pa soñar despierto con mi Tacita», nos recuerda, pero seguimos obnubilados con la armonía de las voces. Las de Fali Vila y Javi Ramírez dominan los primeros compases, mientras que el último tramo destaca por el juego de tres voces: el tenor, que sujeta los cimientos; la tercera por arriba, para Ramoni; y la última, en el cielo, para Cateto.

En el popurrí, como viene siendo habitual, predomina el discurso fragmentario, si bien es perfectamente reconocible el poso confesional: «He parido a un rebelde», dijo su madre. Rumbita fresca para arrancar porque «nací una noche plata de carnavales».

No se olvida de señalar a la comunidad carnavalesca, ese universo en el que «los subversivos están callaos». Tanguillo delicado y reminiscencias a la mítica rumba de 'Los Piratas': «Yo conocí a una mulata». Por cierto, que «los lobos nos tienen acobardaos». No nos recuperamos del momento falseta para Ramoni cuando recibimos la descarga de alto voltaje poético: «Han echao el candao al camión de los suplicios / una generación nos servirá de sacrificio».

El pastor suelta sus bestias cuando comprende, hacia el final del acto, que la oveja negra se escapa. Y morirá matando si hace falta, escuchamos entre un sideral despliegue de voces. Hoy nos ha dado la vida. La última cuarteta, al amor-odio que siente por el carnaval. Muy bien, pero que no lo deje nunca.

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