COAC 2025
'Los muchachos del congelao': El Canijo se relame con las desgracias de estos príncipes que dejan de vivir del cuento
Antonio Pedro Serrano rompe el hielo y regresa con sus formas, con su estilo, ingenioso, único; y con un punto literario por encima del resto, a la espera de apretar en futuras batallas
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Chirigota
Los muchachos del congelao
- Autores Antonio Pedro Serrano 'el Canijo' y Raúl Cabrera
Conseguidísima puesta en escena. Genial idea. «Aquí están los princesos», los muchachos del Walt Disney. Cansadas de la esclavitud en esta sociedad heteropatriarcal, las princesas se han cansado de aguantar a estos chicos guapetones pero más flojos que un muelle de guita. Que pensaban que el Fairy era un cantaor y no saben ni poner una lavadora. Ahí se han quedado la Bestia, Peter Pan, Aladdin, los pretendientes de la Bella Durmiente y Cenicienta... y por supuesto Shrek. Magnífica secuela ¿cómo no se le había ocurrido a nadie antes? El Canijo recupera esas melodías de toda infancia (atemporales) para confeccionar un inicio simpático, divertido, que sobre todo engancha por la puesta en escena.
El pasodoble de Raúl Cabrera enlaza con el delicioso de Tino Tovar de hace ya 16 años, de los más bellos de esta chirigota que cuenta con muchos sublimes. «Érase otra vez...». Explora ese mismo puntito tan especial en sus nuevos compases, mientras que el letrista demuestra que literariamente escala varios peldaños por encima de la media. Hay que exigir mucho más en este apartado al resto de competidores; a la par que hay que exigir mejores pasodobles a este autor porque puede y sabe hacerlo.
La primera copla, obligada, al Sheriff, el San Pedro de Loreto, que con 'Los del veredicto' le envió vía Carnaval hace dos años todo el amor que le profesa Cádiz, la fiesta y la modalidad. En el segundo juega con las palabras, los conceptos, fonética y sintácticamente, en una especie de divertimento sólo al alcance de... él. Por algo ha creado estilo, por mucho su obra viene siempre con un sello labrado perfectamente reconocible.
Cupleses graciosos, sin locuras que esto son las preliminares y el final del cuento se antoja aún muy lejos. Funciona muy bien la introducción, y es que cuida al máximo cada detalle. Eso lo hace inconfundible. El estribillo lo reserva para esa crítica feminista que inunda todo el repertorio y que ofrece otra dimensión más profunda.
El popurrí es propio y único. En ese Excel donde estudia con detenimiento cada punto, cada broma, cada gracia y cada cuarteta, se acumulan invenciones ingeniosas que alternan con otras que no terminan de funcionar en lo cómico, pero sí en lo crítico y en lo irónico. Y el epílogo del cuento es sobresaliente, maravilla en verso. No queda más pues que felicitarse, que congratularse, porque Antonio está fuerte, está sano, clarividente. La crítica llegará por la máxima exigencia que rodeará siempre al autor de Juan Palómez o Ricas y maduras, y que se aleja del estilo gaditano que enarbolan los fundamentalistas. Su victoria sólo puede ser incontestable.
Pero es un pedazo de chirigota.
Tú puedes puntuar a la agrupación.