Carapapelón
El jurado se la envainó, miró hacía anfiteatro delantero y se pusieron a silbar
He asistido con curiosidad, imagino que como la mayoría, al desafío planteado por la comparsa “Los indomables”, no porque sea una agrupación por la que tenga especial interés —que no se lo tengo, ni para bien ni para mal—sino por ver cómo se gestionaba este pulso en el seno del concurso.
La agrupación ya había advertido convenientemente al jurado del COAC, a partir de los medios a su alcance, que habría pocos cambios, pero los “imprescindibles” para que el reglamento pudiera considerar la obra inédita y original. Parece ser que se había confiado en el asesoramiento de la SGAE y deslizaban —las palabras nunca son inocentes— que jurídicamente no se podría sostener su descalificación, como si en el caso de ser descalificados y sancionados por uno o más años, fuesen a tomar acciones legales.
Les funcionó. El jurado se la envainó, miró hacía anfiteatro delantero y se pusieron a silbar.
Esto de repertorio “inédito y original” nunca, al menos que yo recuerde, había generado disensiones con el reglamento. No lo hizo probablemente porque los afectados hasta el momento eran agrupaciones no capitalinas. Hasta ahora, claro.
Duele la imagen de chovinismo y cobardía que trasladamos a otras localidades con una decisión tan parcial e inexplicable como esta.
Intentar retorcer la semántica de “inédito y original” es absurdo. Todos, absolutamente todos, y seguro que su autor hasta el pasado año también, reconoceríamos una obra que infringe ese artículo. Las normas no son enunciados matemáticos, deben ser lo suficientemente interpretables para que admitan algún tipo de ajuste y lo suficientemente rigurosas para que no ocurra lo que ha sucedido este año. El espíritu de esa norma en concreto está meridianamente claro.
Adaptar el tipo de “indomable” a “indomable cogiendo coquinas”, cambiar cuatro palabras en cada pieza del repertorio y sustituir uno de cada siete u ocho acordes por su relativo mayor o menor (habrá quienes escuchando ambos fragmentos musicales secuencialmente no advertirían cambio alguno), ya podrá decir el asesor de la SGAE lo que quiera, no altera lo más mínimo el concepto de una obra artística ni que esta sea reconocible por todos de forma indubitada.
Puestos a deformar el verdadero sentido de “inédito y original” podrían, tanto los autores de esta comparsa como los de otras agrupaciones, revisar sus obras anteriores. Hacéis la misma agrupación cada año: los mismos reproches, los mismos chistes, las mismas subiditas horteras del contralto y hasta las mismas gafas de aviador en los tipos. ¿Dónde está la originalidad? Pensadlo.
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