opinión

Los ensayos son mentira

Cádiz contempla con asombro la primera chirigota negacionista del Carnaval; negacionista del humor, de la afinación, del arte y la tradición de esta tierra

¿Por qué no se dio telonazo a la chirigota negacionista en el Falla y cuál es el único motivo para hacerlo?

La chirigota negacionista del Carnaval 'Abre los ojos'. J. M. Reyna
José María Aguilera

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Cádiz aún comtempla anonadada el paso, por vez primera en el Falla, de una chirigota negacionista del Carnaval. Negacionista de los ensayos, de la afinación, del humor; negacionista del buen hacer en este arte popular. Debe ser mentira porque es una chirigota increíble. Nada, nada creíble.

Existe un rigurosísimo debate sobre si la tierra es plana o redonda, a la altura de si la tortilla de patatas es con cebolla o sin cebolla. Es planteable la conversación sobre si la tierra es plana, pero indiscutible que en este mundo hay mentes tan planas como los televisores, Castellón o la tabla de planchar.

La chirigota de Catalina (llámame Katy) Balber ha conseguido que abramos los ojos, que filmara Amenábar moro de la morería. Ha logrado que por fin se pongan sobre la mesa cuestiones muy significativas. Se sale del pensamiento único establecido y permite la duda ante verdades que se nos venden como absolutas por intereses meramente económicos: ¿Preliminares fuera del Falla y a puerta cerrada? ¿Telonazo sí o telonazo no?

Han tenido que venir estos chirigoteros valientes para demostrar que el Gran Teatro Falla no es un contenedor de reciclaje. El truño que muestran es un símbolo claro y manifiesto de ello. Si los dueños de los perros limpian sus caquitas, ¿por qué tienen que ser los aficionados los que tengan que limpiar las heces en esta fiesta?

Y eso que se presentaron totalmente vírgenes, como aborígenes expuestos a contraer cualquier enfermedad en este lodazal, sin vacunas, aunque finalmente salieron vacunados por el público del Falla. Generosos gritos gigantescos, geniales, graciosos... 5 Gs para contramanipular las mentes obtusas y hacerles salir del letargo.

Cual letrada homérica, la autora desvela que durante meses sufrieron la permanencia entre sus huestes de un caballo de Troya. Pues la gran virtud de Príamo ha sido la de ser capaz de convencer a una decena de amigos (al guitarra, no) de que eran una chirigota de Carnaval. Y eso es mentira.

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