'Los hermanos del buen fin': La secta del Bizcocho ya se gana a sus primeros fieles

Chirigota

Los hermanos del buen fin

• Autor Antonio 'Alvarez 'Bizcocho'

¡Qué derroche de felicidad! Los hermanos del buen fin son una secta, pero no como podía anticipar el tipo. Es una comuna de hippies que siguen a su líder, quien les sacó de la depresión en su momento más bajo y ahí los tienen, en todo lo alto, dando lamentones a un sapo amarillo como Nacho Vidal.

Una parodia de reuniones como la de La familia Arcoiris de Benaocaz. En busca de la gran verdad, estos negacionistas adoran a su querido guía espiritual en una simpática presentación que busca todo el tiempo hacer reír.

Y tiene muchísimo mérito en este Concurso apostar siempre por el humor, sin caer en el recurso fácil. Además, humor inteligente, complejo, a veces más de sonrisa que de carcajada, sin trucos ni fuegos de artificio. Bizcocho ha logrado labrarse un sello propio, partiendo de la influencia yuyesca hasta alcanzar un estilo con un marcado carácter personal, con un poco más de profundidad en sus propuestas.

Para elevar el nivel en la competición (para bien, esta chirigota ya tiene el cariño ganado), ha de apretar en las partes fijas, en las letras de pasodobles y cuplés. El resto lo soporta una pieza que se antoja la joya de la corona de todo repertorio bizcochero, donde da rienda suelta a todas esas pamplinas que justifican la elección del tipo. Una sucesión de cuartetas, la gran mayoría acertadas, y muchos aficionados que ya han entrado en la secta del Bizcocho. Son los primeros fieles de una chirigota que no ha dicho su última palabra.

«Les vemos en otra parte para hacerles despertar».