CARNAVAL DE CÁDIZ
El Carnaval es de todos
Decir que el carnaval pertenece a la clase obrera es desconocer cómo se conforma el carnaval moderno que hoy en día tenemos
Se dice que conocer la historia te impide caer en errores o contradicciones. Ese desconocimiento a veces lleva a afirmar cosas que no son, lo cual conduce a cierta insolencia u osadía que raya con la ignorancia. Partiendo de la base que los envoltorios son agradables y bien construidos no nos podemos dejar llevar solo por eso. Me explico: decir que el carnaval pertenece a la clase obrera es desconocer cómo se conforma el carnaval moderno que hoy en día tenemos. Sí es cierto que durante muchas décadas, gente sin formación académica, procedente de la sociedad más humilde de Cádiz, fue capaz de sostener con talento e ingenio un carnaval lleno de autenticidad, ironía y doble sentido. Esas coplas, por cierto, que hoy en día echamos de menos de forma absoluta, fueron producto de personas que nacían con esa capacidad de crear de la nada, incluso sin saber ni leer ni escribir.
Ahora bien, el carnaval sale y se expande de forma absoluta a mediados de los 70. Si le queremos poner fecha en el año 1977 y con un coro, Los Dedócratas, que surgió no precisamente de las «clases obreras». Conformado por gente de todos los estratos sociales de la ciudad, coexistían médicos, profesores, empresarios, estudiantes y también trabajadores de astilleros. De ahí, se expande a las chirigotas callejeras. Son los mismos. Y los cuartetos callejeros o los romanceros llenos de universitarios contagian a la mayoría de autores a una forma de construir un relato social y cercano, usando el humor de Cádiz, sea el doble sentido, la ironía y el golpe rápido.
Por lo tanto, había gente construyendo este carnaval, de izquierdas, del centro y de la burguesía conservadora. Y todos con un denominador común, huían del «guerracivilismo» tan de moda, sorprendentemente, 80 años más tarde.
Esa situación convirtió a la fiesta en un movimiento mucho más al alcance de todos, lo que permitió su crecimiento absoluto en las décadas de los 80 y 90.
Eso sí, habrá que analizar si tanta expansión junto al actual dogmatismo y demagogia de un pensamiento único, ha sido perjudicial, a la larga o no, para el carnaval que unos, ya nostálgicos, añoramos, viendo el panorama actual.
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