CARNAVAL DE CÁDIZ
¡A esta es!
El desapego de la ciudad de Cádiz hacia el carnaval es cada vez más palpable
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Y llegamos al final de esta aventura con una sensación habitual de cansancio mental y hastío tras un concurso y una final eterna. El año que viene no será así por cuestiones de calendario, probablemente se aumentarán las horas de las sesiones de preliminares con 8 agrupaciones.
El COAC camina hacia una dirección demagógica e ideológica muy peligrosa. Todo lo que no mira hacia la izquierda, critica al PSOE y a su líder, es católico o no desprecia a los turistas, es un fascista nivel Mussolini. Comienza a recordarme a los festivales que se organizan en Cuba o Corea del Norte en loor de los líderes que «aman al pueblo».
El desapego de la ciudad de Cádiz hacia el carnaval es cada vez más palpable. Los gaditanos «normales» no se sienten identificados con un concurso chabacanizado en sus letras, donde el tamaño del miembro viril, la masturbación masculina y el squirting son motivo de humor. Desearle la muerte al Papa, recordar lo divertido que fue el atentado a Carrero Blanco o reírse de la tortura en el secuestro de Ortega Lara o de Madeleine son algunos de los argumentos de determinados copleros. Así se comprueba hasta donde puede llegar la inmundicia mental de algunos. No es cuestión de decir todo lo que pasa por la mente, es cómo se dice y cómo se aplica la inteligencia. Pero claro, para eso hay que esforzarse y tener talento.
Deberían ser consideradas especies protegidas las chirigotas del Selu y del Yuyu. Sus odiadores, escondidos en el vertedero de las redes, forman parte de la escoria que lleva el concepto del carnaval de Cádiz a la pérdida de su esencia.
Lo más divertido es que desde el anonimato en redes se permiten dar lecciones de cómo debe ser la fiesta y que deben decir o hacer los demás . Incluyo, además, como especies protegidas, a Martínez Ares, al Sheriff y al cuarteto del Gago. Aunque estos últimos deberían abandonar tanto politiqueo y volver a sus orígenes de ironía inteligente, o sea al humor de Cádiz.
Y lo peor, no se observa un periodismo que critique las conductas, formas y contenidos de algo tan viciado como el concurso y todo lo que le rodea. El síndrome de Estocolmo que profesan algunos compañeros, que caen rendidos a los pies de los copleros, dice poco de su profesionalidad y valentía.
Por lo demás, los coros luchan por sobrevivir en un mundo que los rechaza sistemáticamente, excepto en las bateas de los carruseles.
El carnaval de la calle es cada vez menos atractivo, con grandes concentraciones de futuros alcohólicos si no lo remedian, y con rincones de la ciudad donde agrupaciones callejeras y romanceros actúan vez más van en modo artistas y con pautas similares a los que actúan en el Falla.
Por lo tanto, seamos realistas y consideremos que esta fiesta va cayendo en picado. A ver qué es de ella dentro de 10 años, por ejemplo.
Ha sido un placer. ¡A esta es!