Donde fuimos felices: Germán Rendón emociona con una alegoría sobre la salud mental en preliminares

Germán Rendón necesitaba dar un paso atrás para reencontrarse consigo mismo y su mejor versión carnavalesca. Como no hay regreso que no pase por una limpieza interior, ha compuesto una comparsa introspectiva pero de mensaje luminoso. Una alegoría sobre la salud mental que, lejos de precipitarse por abismos complejos, despliega una idea muy elocuente.

«La casa del horror que nace del terror en tu cabeza», explican en la presentación. Aluden a la desazón, los miedos y todo aquello difícil a veces de designar que condiciona negativamente nuestra vida diaria. El autor incuba en este viaje interior un regreso al sonido de otros años, los de OBDC, marcados por una música más sencilla y una interpretación vocal menos potente pero más esencial. Ha entendido que el mensaje no llega mejor por que se pronuncie más fuerte.

Antes al contrario, el grupo suena contundente y, al mismo tiempo, equilibrado. La primera letra apoya el relato deslizado en la pieza de presentación. «Buenos días, princesa». Así arranca esta letra sincera en que reconoce haberse entregado a las pasiones. Es alejado del rebaño donde verdaderamente fue feliz, así que aprovecha, generoso y elegante, la referencia del pasodoble de 'La oveja negra' de Martínez Ares para rematar su letra.

La segunda letra es un recorrido por el universo rancio de la España borracha de patriotismo. Para el que no lo entienda, alusiones a El Hormiguero, Victoria Federica... «Pa mí esta tierra y pa ti tu España», resuelven.

La tanda de cuplés se reparte entre la nueva droga que ha llegado a Cádiz, el Fentanoli, y el «Me gusta la fruta» de Isabel Díaz Ayuso. «Voy regando tu cabeza con estribillos de carnaval», reza el propio estribillo, que se mantiene en el tipo y emociona por su belleza.

El arranque del popurrí es performático: proyecciones, una soga... A propósito, es interesantísima la cuarteta dedicada al binomio cabeza-corazón, tan difíciles de reconciliar y, al mismo tiempo, inseparables. La de Germán Rendón es una comparsa confesional, pero tiene la virtud de lo universal: que cualquiera pueda identificarse. Y además es muy bonita.