OpiNIÓN CARNAVAL

Luz tras el popurrí

Nada queda sin preguntar, nada se le pasa por alto y gracias a ella se está poniendo de moda aquello de «si han estado bien cantando mejor aún después hablando…»

Nacho frade

Fede Quintero

Fueron once años haciendo muchas horas de directo para radio Marca en el foso del Falla contando lo que se cantaba. Sarna con gusto no pica y las horas eran segundos en aquel proyecto tan precioso que nos llenó a todos los que participamos. Eso de que te enamore tu profesión, si además lo fusionas con una de tus pasiones (Carnaval, fútbol, Semana Santa…), se convertía en un privilegio más que en trabajo.

Pero es trabajo. Y si eres un referente como lo son los compañeros de Onda Cádiz pues, sin duda, ese trabajo conlleva una enorme responsabilidad. Son conscientes de lo que son y en lo que se han convertido en la fiesta. Como en su día hicieron los geniales e innovadores Manolo Casal, Modesto Barragán, Juan Manzorro o Fernando Pérez para toda Andalucía hoy lo hacen ellos para el mundo entero.

Conozco a muchos compañeros dedicados a la información de Carnaval. Presumo de ser amigo de la gran mayoría. Tienen siempre una enorme papeleta cuando llega enero y más aún desde que están tan expuestos con la llegada de las redes. Miriam, Enrique y Pepe son parte de nuestras vidas, se cuelan en nuestras casas y ahí los tenemos todo el año. Son voces reconocibles que para los que martilleamos el Youtube los doce del almanaque ya nos suenan a parte de nuestra familia.

Pero uno que ya hace tiempo que dejó los micros y la pluma (salvo contados gustazos que me pego cuando me invitan a alguna casa como ésta) ahora me centro más en esas luces que aparecen de cuando en cuando en nuestra bendita profesión. Precisamente a ella no la conozco de nada, no he hablado nunca con ella y no sé nada de su vida más allá de lo que veo por estas fechas en los últimos años.

Y como me gusta decir públicamente lo que me parece bueno, ella ha conseguido que lo que viene tras el popurrí también sea una parte más de la actuación para mí. En muchas ocasiones estoy deseando que se acaben las coplas para que llegue su turno. Ni una entrevista regalada. Ni una pregunta al aire. Sabe darle el temple necesario para que el acaba de cantar y que trae las revoluciones aceleradas se sienta cómodo, arropado, pero también obligado a contar lo que la gente quiere saber.

Con una sonrisa perpetua te recoge entre sudores y emociones. Cambia la tez si tiene que hablar de sentimientos, te mira fijamente si tiene que ser dura en el interrogatorio o, simplemente, le pasa el brazo por encima a la viuda de Willy, le aprieta para que se sienta segura y le ofrece el calor que todos quisiéramos haberle dado desde casa.

Nada queda sin preguntar, nada se le pasa por alto y gracias a ella se está poniendo de moda aquello de «si han estado bien cantando mejor aún después hablando…». Ese «después» es ella de nuevo. Ella lo propicia, ella lo crea. Yo me quedo y no cambio que algo le sacará, algo más aún le queda por decir a estos autores.

No se imaginan lo difícil que es, estando ahí detrás, escuchar todo y preguntar por «ese segundo pasodoble tan emotivo», «ese estribillo de trabalenguas» o «esa cuarteta que nos recordó a aquello otro»… Eso es pasión, amor por lo que uno hace. Pero también profesionalización, respeto a la audiencia y al Carnaval. Tratado como arte mayor, que diría Juan Carlos. Así se dignifica el final de una actuación, una profesión y a tu clientela.

Un trabajo artesanal, cuidado y mimado. Y eso traspasa la pantalla y nos llega a los que la vemos cada día. El inalámbrico tras las cortinas. Quizá el trabajo más duro, quizá el menos agradecido pero ella ha sabido dotarlo de protagonismo y raza. Aunque su apellido invite a ello da la sensación por la tele de que no es «la más grande» pero sí que hace gigantesca la retransmisión de Onda Cádiz. Y hay que tener guasa para llamarse Jurado en el Falla y que todo el mundo quiera que repita cada año.

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