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Los fabricantes beben los vientos por Cádiz, aunque de momento no la conquistan

La comparsa del Chato y Patricia Andrés que dirige Paco 'Catalán' se estrena con una actuación solo correcta

Comparsa 'Los fabricantes' Manuel Fernández

Jaime Cedillo

Cádiz

Los fabricantes

Imagen - Los fabricantes
  • Autor Patricia Andrés y Francisco J. Ramírez 'El Chato'

Una moderada expectación se cernía sobre esta comparsa de nombres eminentes en el Carnaval de Cádiz. Patricia Andrés ('La predicadora') se sumaba a la autoría de Francisco J. Ramírez 'El Chato', que regresa al Falla tras 'Los salvajes' de 2020. Tomy Alemania, que también participó en esta, presta sus melodías a estos 'fabricantes' de vientos cuyo cometido es llevarse por delante los males de Cádiz, según esclarecen en la hermosa presentación.

El destino del primer pasodoble era obligado: saludo al público tras la ausencia. Lo que les han echado de menos... La melodía, correcta en todas sus fases, no termina de alcanzar ese pellizco que se le pide a un pasodoble de comparsa. En el segundo, gajes del oficio derivados del azar —el orden de actuación, en este caso—, repiten la temática y el planteamiento de la agrupación anterior. La chirigota 'Ciego de tronos' les pisa el pasodoble a la familia real, aunque para estos fabricantes era poco más que un pretexto para cantar a su hija. «Sin corona ni cuento, es la única reina que siento», rematan.

La sugerencia que plantean en la resolución del primer cuplé anunciaba el nivel (pobre) de la tanda. La normativa del concurso presenta cada año incontables cambios, pero nadie se plantea quitar los cuplés a las comparsas. Que fuera o no obligatorio podría valorarse, sí. El segundo nos remite a un episodio acontecido en el Nuevo Mirandilla. El estribillo es bonito, pero sospechamos que le ocurrirá como al conjunto del repertorio: no será memorable.

En el popurrí desmenuzan las labores de su oficio como fabricantes de vientos. Por momentos, su naturaleza evocadora tiene momentos de emoción. Al término de uno de ellos, paran su maquinaria, «que su niña [Cádiz] está arrecía». A continuación, una tormenta para consignar las miserias de la ciudad en una cuarteta interesante. La actuación acaba con la mención al levante, «aunque después de la tormenta siempre llegará la calma». Tal vez hubiera sido bueno que tronara un poco más.

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