CARNAVAL DE CÁDIZ

COAC 3.0: Coplas, Opiniones, Autopromoción y Clicks

«La gente no sabe lo que quiere hasta que se lo muestras.» — Steve Jobs

Enrique Goberna

El COAC se ha convertido en un espectáculo multimedia con guion y estrategia digital. Cada vez son más las agrupaciones que ya no se presentan al concurso, sino que se lanzan al mercado. Se planifica el debut como si fuera el estreno de una superproducción, se filtran detalles a los medios, se calienta el ambiente en redes sociales y se generan expectativas.

En algunos casos, se organizan estrategias de marketing dignas de una agencia publicitaria, como ya hemos visto en chirigotas con «Los impacientes» o «Los desgraciaítos», que no se conformaban con llegar al Falla solo con el trabajo bien hecho, sino que te vendían la historia desde las redes sociales antes y después de la actuación. Este año, el mismo grupo ha llevado el delirio a cotas insospechadas por la decisión de presentar dos chirigotas mediocres con el mismo tipo en lugar de invertir todo ese tiempo y esfuerzo en ofrecer una realmente buena.

Y si hablamos de tendencias absurdas, no podemos obviar la moda moderna de mantener el disfraz oculto hasta bien entrada la presentación. ¿Qué extraña lógica les hace pensar que el efecto en la audiencia se dispara si pasan varios minutos a oscuras hasta que deciden encender las luces? Si fuera necesario por alguna razón que se descubra el misterio en algún punto concreto de la presentación, aún tendría sentido, pero si es puro postureo, abogo por descontarles la parte proporcional del tipo mientras están a oscuras. Habría que penalizarlos. ¡Qué de tontería pa salí en el carnaval! como sentenció el Libi en un estribillo.

Pero la actuación no acaba cuando baja el telón. Para algunos, es en ese momento cuando comienza la verdadera competición: la de la difusión. Apenas se han silenciado los micrófonos, ya circulan por redes sociales fragmentos seleccionados con una edición profesional y los subtítulos perfectamente maquetados. Ya no es suficiente con emocionar en el teatro; ahora hay que asegurarse de que la actuación en la siguiente fase sea fácilmente digerible. Y si el mensaje no ha quedado claro en directo, no pasa nada: ahí están los departamentos de comunicación de las agrupaciones, redactando hilos explicativos o notas de prensa detallando cada metáfora, el porqué de las gafas de aviador y otros cachivaches en el gorro de la comparsa o la verdadera intención de esta o aquella letra.

Cada detalle te lo explicarán, porque aunque debido a nuestra torpeza no somos capaces de captarlos, en realidad estaba calculado al milímetro por la privilegiadísima mente del poeta. Y así, entre estrategia, marketing y componendas, la esencia del concurso queda herida, porque en no pocas ocasiones lo importante no es exclusivamente la calidad de lo ofrecido en el teatro, sino conseguir ser tendencia y calar positivamente tanto en el público como en el jurado a lo largo de un concurso tan largo.

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