OPINIÓN

De haber nacido en tu playa

El destino no puede ser más travieso: la final del Falla coincidió irremediablemente con el día de las enfermedades raras, se admiten chistes, y con el comienzo del Ramadán, se admiten más chistes

Gran Final del COAC 2025. NACHO FRFADE

Enrique Alcina

Cádiz

Reunir en una misma noche, alrededor del teatro de nuestras entretelas, una impresionante conjunción astral, los fastos de Al-Ándalus, el día de las enfermedades raras, el inicio del Ramadán, los ecos de la III Guerra Mundial y el botellón, y que un chaval de 25 años se lleve de calle a todas las leyendas de ayer y de hoy, triture el libro de las frases hechas, firme algo nuevo a partir de lo mejor y lo peor de la inmaterial fiesta de la seriedad de la risa y aparezca horas después en todos los telediarios del mundo, un mundo que no está en su sano juicio, con un primer premio glorioso, nos dice que el futuro ya está aquí, el nuevo desorden mundial.

Oh, Cádiz, chalada claridad. Minutos antes de la gran final, que al final no fue para tanto, el personal que todavía se encontraba sereno pudo disfrutar de una histórica y llamativa alineación de planetas, una cabalgata de los siete planetas del sistema solar, que no volverán a encontrarse frente a las puertas del Falla hasta 2040, por lo menos, un evento gastronómico de primer orden. Desde la Bella Italia, sin prismáticos ni zarandajas, la gente conoció los repertorios de las agrupaciones de Urano y Neptuno, Saturno y Plutón, gracias a la reventa.

A la misma hora, las menos cuarto, los televidentes que se disponían a celebrar el fin de año carnavalesco a su libre albedrío se horrorizaron cuando el macarra mayor del globo, en el canal de junto, amenazaba en vivo y en directo, desde la Casa Blanca, al pequeño presidente de un país, Zelensky, que antes de ser un ser bombardeado fue cómico de profesión. Como Eugenio, mira tú. «Te estás jugando la III Guerra Mundial», soltó el pato Donald. «En mi casa no entra la bollería industrial», advirtió la señorita Pepis a su tierna pero salvaje infancia, avituallada hasta las trancas del arsenal de azúcar almibarado de la barraca de abajo.

Ni que decir tiene que todos los caminos conducían al festival verde y blanco de Andalucía. Ahora mismo, mientras redactamos estas líneas, ya no es el día de Andalucía, vuelve a ser el día de la palabrería, pero el orgullo patrio ha recobrado un poco la autoestima estampando los agravios y la rutina contra los espejos cóncavos del deseo voraz, acallando los rumores que recorren el espinazo de las letras y los vocablos que nos saltamos en defensa propia y poniendo los vellitos de punta al compás de tres o cuatro milenios, cosa que siempre lleva su tiempo. En las entrañas del ritmo carnavalero duermen un vals de Viena, un negro de Cuba y hasta un country americano. La aritmética de la métrica musical de Cádiz. Ya no se estila el tres por cuatro, sino el cuatro por cuatro maqueón, con sus silencios en adobo; la cosa está tan chunga que los binarios de larga duración se han pasado al sector terciario, todos camareros, en precario. Ya lo decían Tres Notas Musicales: «Donde hay una redondelita negra ahuevada con un palito ajín pa'rriba, ahí», no sin antes mascullar: «Vamos a llevarnos bien, vamos a llevarnos lo que haya que llevarse». El destino no puede ser más travieso: la final del Falla coincidió irremediablemente con el día de las enfermedades raras, se admiten chistes, y con el comienzo del Ramadán, se admiten más chistes. Botellón del quince en la plaza del Falla. Todo gente de fuera, por supuesto, puesto que en Cádiz no se arremolina la gente sin ton ni son adorando a los dioses del mollate. Ojo a la gran paradoja: piden que no vengan a emborracharse y colocan al dios Baco en lo alto de las puertas de tierra. Ejem. Aquí se viene a escuchar, rematan los eslóganes turísticos. Es curioso, los ganadores en las modalidades de coros y chirigotas, los Eugenios y los estudiantes, largaron sendas coplas sobre las borracheras que tiñen las calles de sensaciones y olores fétidos, colman de ambigüedad el ambigú del Falla, donde tampoco se bebe ni nada, y figura, por ejemplo, entre los factores desencadenantes del desatino y de la violencia, entre ellas la violencia machista. Bares, qué lugares. Los triunfadores en comparsas, Las Ratas de Jesús Bienvenido, armonizaron un merecido pasodoble en homenaje al Cambalache, templo de la cultura, que no del botellón, lo mismo que encandilaron al personal, cautivado por el grupo desde la primera impresión de preliminares, merced al tono de la letra sobre Andalucía, casi inevitable en el 28-J. «Usted sabe quién soy yo, pero yo no sé quién es usted», pusieron en boca de Caparrós. Tampoco se ha hecho justicia con Federico García Lorca, ni siquiera conocemos su trágico paradero, pero en el fondo sabemos a ciencia cierta que el poeta vivirá por siempre. Habría que poner nombre, asimismo, a las fiestas que los visitantes con ruedas montan en las lindas azoteas de Cádiz con la impunidad del dinerito fresco. A tenor de las letras que se han escuchado este año, hoy en día molesta más el turismo invasor que el ruido del botellón de Carnaval. La ocupación de los umbrellas abiertos de par en par y el take away a domicilio, que traducido resulta que los niños del parque Genovés se han convertido en niños de los mandaos que atienden a la feroz clientela de los apartamentos rehabilitados de nuestros barrios señeros. Con lo que costó rehabilitarlos. Qué bonitas nos miran ahora las fachadas de los fondos de inversión, los asustaviejas locales y las segundas residencias de las terceras y cuartas edades de la vieja Cádiz guachisnay. El coro de las entrañas de Cádiz entonó un precioso pero doloroso tango, de carácter costumbrista, en torno a la prostitución del paisaje socioeconómico de las ciudades con vistas al «turismo de guadaña». La comparsa del otro barrio bordó un pasodoble de parecida intención. Algunas agrupaciones aprovecharon la final para estrenar con éxito algunas coplas magníficas, compitiendo entre sí y a por todas, y otros repitieron esquemas y dejaron patente que últimamente la final es lo de menos y la verdadera calidad del concurso reside en las semifinales. Yo no entiendo mucho, pero la semifinal parece el último reducto del gaditano, la secreta emoción de las coplas que nunca morirán del todo, y el resto del concurso se asemeja a una excursión permanente. Por cierto, los incautos miles de cruceristas que invaden el circuito de baratijas y souvenirs de la ciudad, ¿se pueden considerar ya público de Carnaval o los iremos integrando poco a poco o serán ellos quienes nos desintegren a base de urbanizar la orilla del mar y contagiarse de la gracia intrínseca de Cádiz? Tú sabes, Cádiz es Beirut con más escombros, y también Hannover con más carnavaleros en chanclas. Los morazos en los aledaños del Falla tal vez procedan de los catunambuses de largo recorrido, por ahí van dando lecciones de Carnaval quienes se iniciaron en el YouTube. Cabe recordar que la Real Academia de la Lengua en Tomate no publicó la primera acepción de chirigota, «conjunto que en Carnavales canta canciones humorísticas», hasta 2001. Ha llovido poco desde entonces, pero los más listos y llorones han terminado sacando más partido de un «comunicado oficial» que de una copla de Carnaval, la manera que han hallado de hacerse autopromoción turística subcontratando la belleza y el ingenio del lugar. Lo suyo sería, en aras de lustrar el doble sentido de Cádiz, desplegar un tupido velo, con todo el arte del mundo, antes que una alfombra roja, qué cosa más horrorosa y menos gaditana.

El encanto de los disléxicos, terapéuticos poseedores de la maravillosa música de Cádiz y la guasa para todos los públicos, se alineó la otra noche con la destreza de los butaneros del Remolino. Yo no entiendo mucho, pero dicen que el recurso de intensificar los golpes de los cuplés podría ser un homenaje a Los Fantasmas de Gómez y Rosado y que el efecto contaminante de la calle en el Falla se observa también en la música de los cuplés de Los Calaítas, la sensación de la temporada. No hay que renegar de los orígenes. Al fin y al cabo los grupos del Falla también vienen de la calle, y viceversa. Y Donald Trump lleva un montón de tiempo alineado al hijo de Putin. Zelensky, ríndete. Los Eugenios condimentaron las coplas de la final con detalles nuevos en casi todas las piezas, agregaron golpes al calor de polémicas de última hora, provocaron olés del público y se transformaron en los productores de las emociones más rotundas del concurso. Ellos mismos se emocionaron a raudales al comprobar lo que estaban haciendo con esa original manera de rendir tributo a un cómico legendario la mar de serio, pero como ellos, sembrado. El pasodoble sobre la procesión que va por dentro del artista de la risa, monologuista del calvario e incomprendido trovador de los éxitos y fracasos de los andaluces, tachados de bufones por la España de usar y tirar. Qué le gusta un tiroteo al chiquillo de Wisconsin, qué gustazo de cupletinas de Los Calaítas, grandes cosquis al guarro de Errejón, a los dueños de perros, los siameses y los negacionistas. «Yo no me río porque ya me los sé», soltaron los jóvenes chirigoteros sin pretender sintetizar algunas de las claves de las sombras de la final, el desapego a las coplas escuchadas en fases anteriores y el ambiente desangelado con que tropezaron algunas agrupaciones mientras parte del público se apretaba unos vasos dentro y fuera del espacio exterior del planeta carnavalesco. La frialdad afectó también al cuarteto del Gago, una de las piedras angulares del concurso, que volvió a enamorar a la gente con su naturalidad y humor directo pero no encontró emociones fuertes hasta los extraordinarios cuplés. No en vano, prácticamente repitieron la parodia y mezclaron los temas libres de noches precedentes, como suelen hacer. Eso sí, los cuplés no cayeron en saco roto, por así decirlo. Los cuplés cantados y los cuplés insinuados. A Carvajal, a Vinicius y al Papa, que no está muy católico. Puro riesgo. La frescura y el descaro correspondieron a los primeros premios de la noche, los que se jugaron el tipo sin apenas mirar hacia atrás.

¿Y ahora qué? La calle, my friend. Observen los nombres de algunos romanceros y chirigotas ilegales que subtitularán a nuestros entrañables cruceristas y a las hordas de españolitos disfrazados de liebres con un sombrero de comboi en la cabeza: «Cádiz, ciudad de vacaciones», «Camina o revienta», El penúrtimo gaditano«, »Los frasteros«, »Los vainas«, »¿A quién no le gusta un buen viaje?«, »Las pluscuamperfectas« o las rimas sin parangón de la Fundación de Raperos Atípicos de Cádiz, la FRAC, otro caso aparte. Nuestro asesor anónimo gaditano apunta, con respecto al florecimiento del Carnaval callejero, que después del »reinado«, durante los 90', de los Fantasmas, en el 2001, se podrían distinguir otros cuatro reinados más, hasta hoy. El primero lo ostentaron los Guatifó. Ellos, con su humor amable y tan gaditano, esas canciones sueltas, heredadas de la etapa con Emilio Rosado y el Gómez, en los ritmos y estilos más variados, y las maravillosas músicas de cuplé que firmaba el Caracol, fueron los reyes de la calle, los más seguidos, buscados y escuchados, durante un buen puñado de años, hasta que un nuevo grupo, el del Perchero, los desbancó y les arrebató el cetro. El Perchero, con el humor más fino, inteligente y agudo, quizá, que se ha visto en la calle, sus músicas de cuplé tan reposadas, para que cada socarrón matiz y sutileza de las letras le llegara adecuadamente al público, y su clara influencia de maestros de la sátira musical como Krahe o Les Luthiers.

Y ya con menos componentes y sin percusión, lo que consagró definitivamente un nuevo modelo de agrupación callejera, acostumbrada a cantar muy suavito y acompañada tan solamente por guitarras. Al Perchero lo acabó sustituyendo en seguimiento, repercusión y popularidad, unos años después, el grupo de los Balconetti, excelente desde el principio pero cuya gran calidad tardó bastante en trascender, en un proceso progresivo pero relativamente lento, al gran público, hasta que en dicho carnaval, justamente, el de «Los balconetti», alcanzó la cumbre de la fama. Mucho más incisivos y ácidos a la hora de la crítica, y mucho más golfos y canallas a la hora de tocar otros palos, dentro del humor, su estilo se caracteriza por ceñirse al modelo instaurado por el concurso (con su presentación, por lo tanto, sus cuplés, su popurrí, y hasta su pasodoble, algo bastante inusual en la calle), y por sonar, en lo musical, más «gaditanos» que el Perchero, o simplemente cabría decir, tal vez, más «tradicionales».

El cuarto y último reinado de la calle en este siglo sería el actualmente vigente: el de la chirigota de Paquito Gómez, hijo del mítico Gómez, con lo que el círculo, de alguna manera, se cierra. Con un estilo bastante próximo, por lo general, al de los mencionados Balconettis, si algo han aportado ha sido, sobre todo, un relevo generacional que llegó con ellos y con otro puñado de agrupaciones jóvenes que igualmente empezaron a descollar. Un detalle, este de la pertenencia, por edad, a otra generación bien diferente de la de todos los reyes anteriores, que se deja notar en el humor que practican, su principal aportación e innovación, probablemente, muy crítico y mordaz, pero sobre todo bastante cafre, y negro, en muchos momentos de su repertorio. No hay que olvidar a esos auténticos maestros del bastinazo llevado a su más imaginativo extremo que son los de la chirigota rockera, así como el humor más blanco del Showmancero de David Medina y Andrés Ramírez, un caso aparte por su calidad e imaginación. De haber nacido en esta playa, Eugenio. Más allá de la memoria, las coplas frágiles y vulnerables del Carnaval de Cádiz distinguen a cualquiera que piense distinto. Al otro lado del egocentrismo que fomenta el concurso, donde muchos cantan al jurado y a la audiencia televisiva por encima de todo, y su público se comporta como nuevos ricos que aparentan estar más atentos de lo que concierne, el Cádiz mestizo de la calle exhibe desde ya la crítica indómita que, dicho sea de paso, este año se ha practicado más y mejor en el Falla. «¡Ole tu madre! ¡Olerá la tuya!». Total, la primavera. La suerte de Cádiz.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación