Carnaval de Cádiz
La resurrección de la Tacita
«Cádiz nuestro que estás bajo el suelo, santificado sea tu nombre…»
Una oración solemne y unas campanas ceremoniales anuncian un nuevo entierro, el de la ciudad gaditana. Con esta impactante presentación aparecen estos sepultureros en escena de la nueva agrupación de Jona.
La comparsa «El cementerio» constituye la máxima expresión de la decadencia de Cádiz con un estilo marcadamente gótico. El espacio repleto de lápidas de todo lo que se ha ido perdiendo, —el barrio, las industrias, las costumbres, el comercio local—, es el marco perfecto para expresar el poder destructivo del tiempo. Un tiempo pasado en el que ya Los originales y Los sacrificaos proclamaban respectivamente los problemas de la pérdida de identidad y de conciencia de clase de la ciudad.
Y a pesar de que la esencia gaditana parece haberse convertido en una sombra, esta comparsa no se pierde en lo oscuro, sino que, por el contrario, trae un rayo de luz, de esperanza, para seguir luchando por y para Cádiz.
El autor irrumpe en el concurso con una comparsa cuya calidad musical y lírica es exquisita y transversal a todo el repertorio. También el tipo posee unas marcadas referencias literarias del movimiento romántico oscuro del que destaca la figura de Edgar Allan Poe. No hay más que citar como las plumas negras que caracterizan a estos sepultureros nos evocan al famoso cuervo que ronda el cementerio del célebre poema de este escritor.
Y más allá del tipo, el repertorio es inmensamente crítico y comprometido con la realidad social de Cádiz y con el propio Carnaval, tal y como se ha plasmado en el pasodoble de los carnavaleros asesinados durante el franquismo. Sin embargo, es en el popurrí donde podemos descubrir un contenido más profundo y lírico acompañado de diversos estilos musicales como los sones cubanos y flamencos. En las primeras cuartetas, sobresalen los símbolos como los pájaros de mal agüero, buitres y negros cuervos que le sirven a Jona para realizar una crítica mordaz de la situación socioeconómica de Cádiz. Posteriormente, la denuncia se extiende a la sociedad de forma más generalizada con la frase «Tierra de por medio» y hace referencia a los sueños rotos que naufragaron en el estrecho, a las sucias armas que con sus bombas siembran el miedo, a las mujeres maltratadas, entre otras muchas cuestiones.
El final del popurrí destaca, porque en las dos últimas cuartetas, el mensaje que se transmite es mucho más emotivo y existencial. El autor expresa su canto más íntimo y personal sobre lo vivido con un recorrido brillante de metáforas —el final del camino que simboliza el final de la vida— como ya escribiera Antonio Machado. Este desenlace como no podía ser de otra forma tenía que ser en Cádiz, cerquita de La Caleta, y es imprescindible resaltar la preciosa y costumbrista descripción de todo lo que el propio autor se lleva a la tumba.
Y lejos de acabar su repertorio con un tono nostálgico, se cierra con un mensaje profundamente vitalista. En cada agujero cavado, una semilla plantada. Aún quedan motivos para la resurrección porque hasta en el cementerio el verde brota y consigo la esperanza de que este Cádiz nuestro no se convierta en un recuerdo.
Ver comentarios