Opinión de Carnaval
A la inmensa minoría
La inmensa minoría a la que Ares se refiere y con la que se identifica no es otra que el Carnaval
Juan Ramón Jiménez dedicó su obra a la inmensa minoría para distinguirse de las grandes masas. Frente a una gran mayoría de lectores de folletines, el poeta se dirigió a una minoría de la cultura española preocupada por mejorar la situación social del pueblo.
Antonio Martínez Ares, con la misma intencionalidad y transgresión, también se propone diferenciarse de los borregos que componen el mundo. El autor gaditano se proclama como oveja negra dentro de la sociedad en que vivimos. La inmensa minoría a la que Ares se refiere y con la que se identifica no es otra que el Carnaval («tú tienes la mayoría, yo la inmensa minoría que se llama Carnaval»). El arte que siempre ha sido inferior al resto, los versos que molestan, el grito de furia de un pueblo que no se calla.
Si el Carnaval de Cádiz se diferencia del resto de géneros musicales es precisamente por ser transgresión en estado puro. La oveja negra define a la perfección lo que significa nuestro Carnaval, alejarse del rebaño en el que va dirigido la sociedad actual. Antonio Martínez Ares juega con un papel diferente y nos presenta un personaje irreverente y necesario para los tiempos que corren. La comparsa que presenta en este 2024 es, hasta ahora, la obra con más crítica social de las que ha traído el autor desde su vuelta en 2016 con aquellos camaleones cobardes. La oveja negra no se oculta ni se camufla, es rebelde en todos los aspectos tal y como deja el autor de forma explícita en los versos de la presentación: «soy distinto, diferente, un alma descarriada, siempre voy contracorriente, tengo la lengua afilada. El guijarro en el zapato, el acorde disonante. Un traidor pa' los callados, la vergüenza de mi sangre».
De nuevo, el autor consigue romper con todo lo anterior y dejar el lado más romántico de la trilogía de La ciudad invisible, para apostar por una comparsa completamente vanguardista. Sin embargo, esta renovación tan esencial que necesita el Carnaval de Cádiz, con La oveja negra, se plasma sin perder el estilo clásico de la comparsa.
Por más que la comparsa brille por su calidad musical como es de esperar en las obras de este autor, con respecto a las letras y en lo que concierne a la lírica, el repertorio es ácido y está exquisitamente cuidado. Un año más, Martínez Ares nos regala una nueva obra que traspasa los códigos carnavalescos sin perder su esencia, pues encontramos continuas referencias y conexiones con sus comparsas más añejas, como aquellos Piratas, así como con las más contemporáneas.
No obstante, con La oveja negra, Ares rescata en sus últimos versos del popurrí aquella concepción de Carnaval que tanto nos recuerda a la del Capitán Veneno:
«Carnaval canalla e insolente.
Carnaval, cunita de rebeldes.
Carnaval, milagro de febrero.
Carnaval la madre del cordero.
Carnaval, carnaval, carnaval….
Carnaval».