Opinión
La cantera no se toca
Hay un trocito de cultura que está latiendo detrás de cada niño que canta
En Cádiz se mira el mundo de otra manera decía el poeta. Y qué manera. El Carnaval de Cádiz constituye una manifestación artística y cultural tan inmensa que su ciudad se vuelca año tras año para regalar textos y melodías inéditas. En Cádiz, el Carnaval no es una simple fiesta ni un conjunto de días señalados en el calendario, sino un conjunto de valores tanto musicales, poéticos como folclóricos. Y no deja de ser asombroso ver cómo esos principios tan arraigados del pueblo se transmiten de generación en generación, de padres a hijos y, afortunadamente, a hijas.
Además, el hecho de que, en la actualidad, las nuevas generaciones de la cantera se impregnen de las formas más puras y características del Carnaval procedente de sus padres o, quizá hasta de sus abuelos, es solo una muestra más de que el Carnaval de Cádiz se sostiene, en gran parte, gracias a la memoria colectiva.
Cádiz sabe educar a sus niños y niñas en la cultura carnavalesca. No hay más que citar como ejemplo a la chirigota infantil, La familia Topolino, que recupera la esencia y el compás más clásico de la modalidad. Un tipo exclusivamente gaditano, sin más adornos ni florituras que el desparpajo y el arte que desprenden estos camareros de la calle Ancha. Una chirigota que no necesita grandes elementos visuales para recrear el humor, pues lo realmente genuino está en lo que se dice y en cómo se dice. Una chirigota que canta a Cádiz y se despide tocando el pito con su respectiva vueltecita gaditana. ¿Acaso no adoptan estos topolinos la misma forma de moverse en el escenario que aquellas chirigotas de los años 80 de El Petra y Manolito Santander?
Asimismo, con una vistosa puesta en escena, sorprenden Las gitaneras, una chirigota juvenil, cuya interpretación es tremendamente fresca y carismática. Estas gitaneras constituyen una parodia de un estereotipo de la sociedad actual, con un tono desenfadado y mucho arte. A su vez, se presenta la comparsa infantil de Jesús Bienvenido, Las maleducadas, que ya fueron primer premio en el concurso anterior con Las hijas de Neptuno.
En este año 2025 se alza el telón y nos encontramos con un colegio totalmente destruido por las bombas en Gaza. Una imagen tan triste como real y es conmovedor cómo los niños y niñas de esta agrupación cantan sobre un tema tan delicado y logran visibilizar el sufrimiento del pueblo palestino. Sin embargo, más allá de la tragedia, el autor consigue convertir esta escuela en esperanza, devolviéndoles el color que se necesita para lanzar un mensaje optimista. Es, sin duda, todo un acierto que esta comparsa no haya caído en el cliché de representar un tipo dramático, sino todo lo contrario, porque a pesar de ser unas maleducadas y no tener ni escuela, pintan este mundo de colores.
Cualquiera de los ejemplos anteriores, no son más que casos que se pueden extrapolar al resto de agrupaciones de la cantera. La educación de los más jóvenes es el motor del Carnaval de Cádiz, es la forma real que tenemos para seguir creando y conservando nuestra seña de identidad. La cantera es el más preciado tesoro de nuestro Carnaval. Por eso no podemos dejar que caiga en el olvido, porque hay un trocito de cultura que está latiendo detrás de cada niño que canta.