Opinión
Caradonuts
Lo que empezó como un grupo para hablar de Carnaval se tornó en nuestro rincón para ver crecer a nuestros hijos, para enseñar sus primeros disfraces, sus notas…
Es curioso lo que provoca la pasión. Ni la política hace tan extraños compañeros de cama. No deja de sorprenderme que personas tan diferentes en todos los ámbitos de la vida tengan una pasión común y eso los haga indestructibles por muy diferente que piensen en otros aspectos o por muy dispares que sean sus vidas.
Pongamos un ejemplo de pasión: el Carnaval. ¿Puede unir a gente de distintos lugares, pensamiento político, deportivo o religioso? Puede hasta el punto de crear una conexión indestructible.
A mí el Carnaval me ha regalado muchas cosas. Experiencias inolvidables, gente maravillosa, momentos irrepetibles… pero hay un regalo que no me esperaba. Por eso, quizá, es tan único, tan diferente, tan infranqueable. Un regalo en forma de unión. Un grupo indescifrable incluso para nosotros. No creo que esta reunión de majaretas pudiera haberse unido por cualquier otra pasión que no fuera el Carnaval. Ya les digo que por el fútbol, no. Por la política, menos. Por la religión, ni de lejos. Y hasta geográficamente hubiera sido muy complicado.
Quizá fuera aquel cumpleaños con Araka, quizá el trabajo de tito Raúl que ni él mismo sabe lo que fabricó antes de partir, quizá el Calesa, quizá Roma, quizá el camino en pandemia… o todo eso y mucho más en realidad.
Lo que empezó como un grupo para hablar de Carnaval se tornó en nuestro rincón para ver crecer a nuestros hijos, para enseñar sus primeros disfraces, sus notas… también para arroparnos en nuestras miserias, en nuestras penas, nuestros desencuentros… Y ser los primeros a los que decirles que nos han echado del trabajo, que hemos conseguido al fin currelo en un hotel de Cádiz o que nos han concedido el traslado a la ciudad de tus sueños. Que nos vamos al extranjero o que aquella noticia publicada no es para tanto…
No sería posible encontrar una alineación más diversa. Como una selección de los amigos de Ronaldo… el gordo. Y qué selección. Hasta los encontronazos sabemos resolverlos entre nosotros. No me fío de quien no discute, de quien no llega alguna vez al límite. Lo importante es entender que ahí mismo debes resolverlo, ésa es tu casa, tu gente. No pasa un día sin una carga, sin alguna lisa que pique y sin unas risas como broche final. No permitimos que nada se enquiste. Todos a una.
Se han hecho tan imprescindibles en mi vida que casi los necesito como respirar. Ahora mismo no me es posible imaginarme la vida sin ellos y casi me compadezco a mí mismo por la anterior que tenía sin conocerlos. Me siento más seguro gracias a ellos y sus alegrías y tristezas son mías. Pero sin pretenderlo. Mías por sensibilidad y de manera natural. Imagino que ésa es la mejor definición de amistad.
Tenemos hasta presidente, no crean. No hay desperdicio. Y tampoco nos ha importado nunca el qué dirán. Y nos gusta presumir de lo que hemos formado, de lo que somos y en lo que nos hemos convertido. Siempre con un Tizón por testigo nos seguimos allá donde vaya uno de nosotros. Y estamos orgullosos de todos. Cada uno en su terreno, en su arqueología de vida. No nos avergüenza decirnos que nos queremos diariamente. Y nos reímos. Siempre nos reímos. La risa como frente común.
Entre micros, ollas, «bindatas», lacas, clases o fichajes lo que nunca perdonamos es vernos y cantar. Que para algo es nuestra pasión. Lo que nos hizo que hoy seamos uno. Siempre entonando el himno inaugural para recordarnos que la vida es más bella desde que nos conocemos y aunque cada uno venga con sus líos esas horitas son nuestras, nuestra burbuja, nuestro momento para olvidarnos de lo que hay alrededor. Y eso ¿cuánto vale?
Nos agarramos a la cañería, a un «flojo» soltado en el momento justo, a un día libre donetero o a cualquier arbusto que nos esconda de la realidad más allá de nuestro mundo. Y a las ilusiones. Y a lo que vendrá. Tenemos pendiente unas Voces Esmayás que algún día cumpliremos. No lo dudéis, hermanos. Palabra de Caradonut.