CARNAVAL DE CÁDIZ

Alas que arraiguen y raíces que vuelen

Comparsas como DesOBDC! y Los del otro barrio beben de la fuente de los grandes maestros, pero no se limitan a repetir fórmulas; innovan sin perder su verdad

Comparsa Los del otro barrio JM REYNA

Belén Triñanes

Así definía Juan Ramón Jiménez la paradoja esencial del ser humano: la necesidad de cambiar sin perder la identidad. Esa misma idea late en el Carnaval de Cádiz, una fiesta que renace cada febrero sin dejar de ser la misma, que se adapta a los tiempos sin traicionarse. Comparsas como DesOBDC! y Los del otro barrio encarnan esa armonía: beben de la fuente de los grandes maestros, pero no se limitan a repetir fórmulas; innovan sin perder su verdad.

Germán García Rendón ha vuelto a sus orígenes para reencontrarse con OBDC, y lo ha hecho con un guiño literario tan especial como Cosimo, el protagonista de El barón rampante. Como aquel noble rebelde que decidió vivir en los árboles sin volver a tocar el suelo, el autor ha elegido su propio camino sin renunciar a su voz ni a su identidad. DesOBDC! demuestra que la comparsa puede ser actual sin perder su alma, que la reivindicación no está reñida con la alegría. En una modalidad donde a menudo la solemnidad marca el compás, Germán apuesta por la frescura sin renunciar a la profundidad, conectando con una generación que se reconoce en sus letras y en su manera de entender el Carnaval. Como ya ocurrió con la quizás incomprendida Donde fuimos felices, su mirada es la de un creador que canta a su tiempo, sin concesiones ni artificios, manteniendo en su repertorio un gaditanismo que se echa en falta en una fiesta cada vez más mainstream, global y menos gaditana.

La misma convicción sostiene a la eterna comparsa de la cantera. Los del otro barrio han dejado claro que no son el futuro, sino el presente. En ellos también se da esa adaptación al Carnaval de hoy, ese juego de equilibrio entre respeto y transgresión que define a las grandes comparsas. Como si se hubieran empapado de la herencia de Zombies de Martínez Ares para reinventarla cuarenta años después, Tomate y Piru han sabido dar una vuelta de tuerca más, logrando que la comparsa defienda su repertorio con una autenticidad aún mayor. Se nota, y de qué manera, la madurez vocal del grupo. Sin imitar a nadie, han trazado su propio camino con un mensaje que cala hondo en quienes, como ellos, respiran y sienten la fiesta en cada latido.

Ambas comparsas han demostrado que el Carnaval sigue vivo porque ha sabido equilibrar sus raíces con su vuelo. No son promesas, son una realidad. Son el Carnaval de hoy, el que pisa fuerte y el que, sin dejar de innovar, sigue hablándonos de lo que somos y de lo que fuimos. Porque, como decía el Nobel de literatura de Moguer, unas raíces sin vuelo solo sobreviven y unas alas sin arraigo se disuelven en el aire. El reto es soñar con los pies en la tierra, transformar sin traicionar, renovar sin olvidar. Porque el arte –como la vida– no es solo cuestión de avanzar o permanecer, sino de hacerlo con sentido. De volar con raíces y echar raíces con alas.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación