OPINIÓN CARNAVAL
Cuando las coplas regresan
Ojalá que este concurso nos regale noches inolvidables y coplas que se claven en el alma
Comienzan esos días que marcan el año nuevo del carnavalero: los días de la ilusión, de compartir con los amigos opiniones, debates y muchas risas. Días complicados, sobre todo para quienes, como yo, terminamos de trabajar tarde, tratando de encontrar huecos en esta vida adulta para llevar el concurso al día. Aunque reconozco que el verdadero desafío es esquivar spoilers. Nada de redes sociales, nada de WhatsApp. Todo para evitar que alguien te estropee un tipo, una letra o ese chascarrillo que merecía ser una sorpresa.
Llegan los días en los que el teatro se convierte en una especie de caja de Pandora que, al abrirse, libera un universo de ideas, música y disfraces. Ese momento en el que algunos estribillos y melodías comienzan a clavarse en tu memoria, como si siempre hubieran estado ahí. También son días de sorpresas —a veces de decepciones—, de emocionarte o quedarte frío. Pero, sobre todo, son días para disfrutar de lo que llevamos un año esperando.
Este concurso, que convertirá al templo de los gaditanos en el epicentro del mundo durante unos días, nos depara esperados regresos y marcadas ausencias. Ojalá que bajo el brazo nos traiga aquello que considero inseparable del Carnaval: plumas afiladas, reivindicativas, que hablen de lo que nos afecta y nos duele, que den voz a lo que el mundo necesita escuchar. Que no pese más el envoltorio que el contenido, que lo importante no quede relegado a lo mainstream.
Si alguien busca un espejo en el que reflejarse para alejarse de lo puramente concursero, que se asome al de la cantera. Los niños y niñas de infantiles y juveniles nos han dado más que una lección; en realidad, nos han ofrecido muchas. Han dado voz a quienes no la tienen, denunciando sobre las tablas lo que ocurre en Palestina, el acoso escolar y tantas otras injusticias. Carnavaleros y carnavaleras que, aunque a veces no levanten más de dos palmos del suelo, nos enseñan a alzar la voz contra los abusos, a reclamar lo que nos pertenece y a reivindicar un más que necesario respeto hacia la cantera. Menuda lección.
Por eso, al nuevo concurso le pido compromiso: que nos sorprenda, nos haga reír, emocionarnos y pensar. Ojalá que este concurso nos regale noches inolvidables y coplas que se claven en el alma, como una canción que parecía estar esperando para formar parte de nuestra vida.
El Carnaval regresa, y con él, nuestra pasión por vivirlo.