OPINIÓN DE CARNAVAL
La Gran Final
De muchas maneras se puede vivir esta semana que nos espera pero vaya la libertad por delante, que para eso somos la fiesta, somos papelillos, somos Cádiz
En la ciudad de Cádiz hay muchas formas de vida, muchas formas de comprender y sentir el mundo y muchas maneras de vivir el carnaval. La que dice en la ciudad de Cádiz dice en todas las ciudades, porque las murallas de Cádiz no son suficientes para impedir que el gaditano nazca donde le da la gana. Una forma de vivir el Carnaval se anticipa a vivir el concurso de agrupaciones del Gran Teatro Falla con una pasión infinita y brillante por cada copla que se canta. Esta pasión adelanta un mes y pico casi los coloretes y los papelillos y culmina el viernes de la Gran Final. Luego nos queda la otra, el conjuro perfecto de la semana grande. Hoy ya es Carnaval, hoy empieza la calle. Algunos vivimos ambas maneras respirando alegría por los callejones y con el vaso de vino avivando el fuego de la libertad, escuchando callejeras a la par que escuchando tangos en la plaza Mina. Nos queda la calle es el gran consuelo que nos decimos y es verdad. La intensidad de la calle nos está esperando, pero de alguna forma también nos sentimos un poquito huérfanos de concurso. A mí al menos me pasa eso.
La noche de la Gran Final es entonces lo más parecido a un Fin de Año para quien ama esta fiesta. Es el regalo de toda una noche para asombrarnos y despedirnos del teatro. La noche de la Final se vive también de muchas maneras. El viernes de la Final, ya de mañanita, se ve a la gente alborotada haciendo las quinielas en los bares, los jóvenes tienen la excusa perfecta para pasar la noche con sus amigos recogidos en algún hogar caliente de alguna madre que se preste y bendiga la ocupación de pizzas, chucherías y bolsas de patatas que nunca se acaban. Si miras por la ventana abierta a la noche de cualquier casa con niños, puedes ver cómo sus padres hacen campamento en el salón y tiran colchones y compran pizzas y mientras los niños se van agotando, los padres miran cada copla al socaire del sueño de sus hijos. La otra cara de la moneda son las reuniones de amigos que después de organizar su casa para recibir a quienes quieran ser bienvenidos y comprar sus respectivos aperitivos, sus cervecitas y el ajuar necesario para aguantar la noche entera sin que falte de na, se da su vueltecita por los locales donde algún amigo se está cambiando para hacer el último pase en el teatro y vuelve a casa con la sonrisa blanca de un recién nacido esperando la copla nueva.
Los taxistas de guardia escuchando la Final por la radio extrañamente solos pero de alguna forma acompañados por quienes acercan la copla a sus oídos, los médicos, las enfermeras y todo ese gremio infinito que ama el carnaval pero no pueden disfrutarlo desde casa. Son muchos. Somos muchos los que hoy nos recogemos para dentro para casa y compartimos con los más queridos nuestra alegría, nuestra emoción y nuestra forma de ver el mundo.
De muchas maneras se puede vivir esta semana que nos espera pero vaya la libertad por delante, que para eso somos la fiesta, somos papelillos, somos Cádiz.