Opinión

La Batalla de Coplas (Literal)

No quiero jugar con las expectativas de los iniciados que me estén leyendo

Antonio Pérez 'Piru'

Cádiz

Aunque desde hace unos años el interés del gaditano por el Sábado de Carnaval es prácticamente nulo, en el calendario de eventos de nuestra fiesta se instaló la bien llamada «batalla de coplas».

No quiero jugar con las expectativas de los iniciados que me estén leyendo. Cuando hablo de batalla de coplas, no quiero que imaginéis a dos grupos frente a frente peleando a golpe de pasodobles y cuplés. La literalidad de la batalla viene porque, para el carnavalero que va a cantar ese día en los primitivos tablaos de la plaza, supone una lucha encarnizada con miles de personas para poder acceder a ellos.

Os pongo en situación: desde el Ayuntamiento, las agrupaciones semifinalistas y las que han obtenido un cuarto premio son citadas para cantar en varios tablaos que rodean la plaza de abastos de Cádiz. En un par de horas, tienes que acceder entre la multitud a tres escenarios con un acceso casi imposible, cargando el disfraz, la caja, el bombo, las guitarras...

Esto da lugar a inevitables retrasos, empujones, golpes, malas caras de los «aficionados», familiares que se quedan fuera en un día que se supone para compartir con ellos, y un largo etcétera.

Os prometo que se viven situaciones verdaderamente desagradables y violentas durante los traslados de un escenario a otro, y yo mismo he vivido más de un encontronazo por culpa de esta situación que os narro aquí.

Los carnavaleros somos como somos, y aunque clamamos al cielo cada vez que esto ocurre, luego se nos olvida por completo. Nunca planteamos alternativas ni buscamos soluciones.

Se me ocurre que, ya que los escenarios rodean la plaza, las agrupaciones que vamos a actuar podríamos tener acceso al recinto y alcanzar los tablaos desde el interior, aprovechando las diferentes salidas que tiene el mercado. Así, todo sería mucho más cómodo y, ¿por qué no?, podrían incluso ofrecernos algo de comida y bebida para empezar la semana grande de la mejor manera posible.

Porque el Carnaval no debería ser una batalla, sino una fiesta donde las coplas conquisten corazones, no espacios.

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